martes, 27 de diciembre de 2022

Winston, un galeno del balón

El Dr. Winston Tobón Ochoa es un hombre de la medicina. Igualmente, es un constructor de país con el balón de futbol. La versión 38 de Festival Babyfutbol Colanta, en la rama masculina, y la 11 de la rama femenina, llevarán su nombre, en un homenaje que le hace la Corporación Los Paisitas de la que es uno de sus fundadores.  Su historia de vida.

Por: Roosevelt Castro B.- Periodista ACORD Antioquia.

En el galeno Winston Tobón Ochoa, la combinación de fútbol y medicina deportiva se convirtieron en dos pasiones.  El hijo de Alfonso, un químico farmacéutico, entendió desde pequeño, que lo suyo era dedicarse a la pelota,  al quirófano y la cura deportiva.

Nacido en Medellín, el 4 de diciembre de 1948, el pequeño niño tuvo que entender que su nombre de pila no era tan común, como sus otros congéneres y amigos del barrio La América, de Medellín, lugar donde transcurrió su infancia y adolescencia.

“Mi padre me puso el nombre de Winston en homenaje al político inglés Winston Churchill. Lo hizo porque a él lo metieron a la cárcel, en un caso de homonimia y no quiso que sus hijos tuvieran nombres comunes”, evocó el médico deportologo de la Universidad de Antioquia.

Las canchas de barrio Cristóbal, La Floresta, Santa Lucia, San Javier, ubicadas al occidente de la capital antioqueña, lo vieron dar rienda suelta a su amor por la pelota, en el puesto de defensa central. “Era torpe, fuerte, temperamental y muy limitado para jugar. Eso me llevó a pertenecer a los equipos del barrio.  Recuerdo a mi primer equipo llamado Millonarios, con Lorenzo (no recuerda su apellido). Luego ingresé a DIM-Vicuña dirigido por Humberto “Turrón” Álvarez y Francisco Hormazábal, siendo compañero de equipo Hugo Gallego y teniendo a rivales como Francisco Maturana, entre otros. Aunque nunca quise ser futbolista”, recuerda este hombre del fútbol y la medicina.

Una decisión crucial lo llevó a optar por sus estudios superiores en la Universidad de Antioquia. “En 1968, opté por mi formación profesional como médico y dejé el fútbol competitivo y lo empecé a hacer de manera recreativa”, rememora el estudiante de los colegios Salazar y Herrera, Calasanz y la Institución Educativa Marco Fidel Suárez.

Esta decisión no lo amilanó.  Con Antonio Roldán Betancur (q.e.p.d), exgobernador de Antioquia, fundaron el comité de deportes de la Facultad de Medicina del Alma Mater. “Allí fungíamos como jugadores, técnicos y unos toderos.  Con Antonio creamos también  el Comité de Deportes y con el equipo logramos varios títulos, teniendo como archirrivales a los de odontología, con quienes jugaban Francisco Maturana”, rememora el graduado de Medicina en 1972.

En el año de su graduación, se casó con Gloria Lucia Carmona. “Ella era prima hermana de un compañero mío de estudios. Nos conocimos y nos casamos en 1972”, comenta el padre de cuatro hijos en el cincuentenario de su enlace matrimonial.

Concordia, para seguir en la senda de la redonda y la medicina

El municipio antioqueño de Concordia, ubicado en la subregión del Suroeste y a 95 kilómetros de Medellín, vio llegar al galeno antioqueño. En la tierra de los escritores y artistas José Antonio “Ñito” Restrepo y de Manuel Salvador “Salvo” Ruiz e igualmente de la política paisa Regina Betancourt de Liska, mas conocida como Regina 11, recaló el médico para hacer su año rural. “Allí llegué en 1972. Las opciones deportivas eran muy escasas y por eso, en compañía de unos amigos, construimos la primera cancha en una explanada que le hicimos a esa agreste montaña. También fundamos el comité de deportes y vimos la necesidad de recuperar físicamente a muchos de lesiones deportivas, con la ortopedia. Esto me animó a realizar una especialización en esta rama de la medicina que comencé en 1975 y que terminé cuatro años después, en la U de A”, comenta con alegría.

Disintiendo de diagnósticos mal formulados de sus colegas e igualmente en muchos desacuerdos con ellos, el medicó Winston Tobón entendió su propósito en su vida profesional: ser un medico al servicio del deporte.

“Yo no entendía como muchos de mis colegas dijeran que, por un desgarro muscular, un futbolista se debía retirar del fútbol. Eso me inquietaba mucho”, comenta con un dejo de nostalgia el medico deportologo al servicio de Indeportes Antioquia en su momento.

Pero es un gran reto profesional el que asume Tobón Ochoa para refrendar que lo suyo era la medicina deportiva. “Un día me trajeron a Gustavo López, jugador en ese entonces del Atlético Nacional.  Yo trababa en Indeportes Antioquia, al que me había llevado mi gran amigo Hernán Darío Salazar.  A Gustavo lo evalué y luego lo operé, con la convicción de reintegrarlo a la sociedad sin impedimentos físicos. Me sorprendió tanto su recuperación, que no solo volvió a su vida ordinaria, sino que se incorporó a la plantilla profesional del Deportivo Pereira, con la que jugó muchos partidos”, recuerda el médico deportologo quien hizo parte del equipo interdisciplinario de Antioquia que obtuvo los Juegos Nacionales en Neiva 89 y que los refrendó en Villavicencio cuatro años después.

Dirigente y médico: Vidas paralelas

Simultáneamente a su vida como profesional en la medicina fungía como dirigente. Era el año de 1978, cuando el galeno paisa fue invitado a hacer parte del Comité Ejecutivo de la Liga Antioqueña de Fútbol. “El Dr. Antonio Mesa Escobar me extendió la invitación para hacer parte del grupo de dignatarios de la Liga para el periodo de 1978 a 1982. No lo pensé mucho y acepté.  Fueron años de muchos aprendizajes, pero también de muchas desavenencias con Arturo Bustamante. Yo le proponía unas ideas revolucionarias, pero él no las tenía en cuenta”, rememora el galeno y esposo amoroso de Gloria Lucia Carmona.

Ya tenia un nombre de respeto en estos menesteres de la medicina deportiva y por ello no se le dificultó llegar al profesionalismo.  Atlético Nacional le brindó la posibilidad de ejercer su profesión, gracias a la recomendación de su colega Hernán Dario Salazar y a la amistad con Francisco Maturana, a quien había operado exitosamente de ligamentos, en el año de 1981.

“Con Pacho teníamos una rivalidad sana, desde nuestros enfrentamientos en la Facultad de Medicina en la Universidad de Antioquia. Yo jugaba con los que estudiábamos medicina y él lo hacía con los odontólogos. Un día llegó a mi consultorio cuando jugaba con el Bucaramanga. Traía una lesión de ligamentos y me dijo que lo operara. Al principio me dio un poco de temor, pero él lo disipó con una confianza absoluta en mis conocimientos. Así lo hicimos y a los tres meses ya estaba jugando”, comenta con nostalgia uno de los socios fundadores de la Corporación Los Paisitas, en junio de 1984.

Fue el inicio de una gran racha de éxitos quirúrgicos del galeno paisa.  La seguidilla del paso por el bisturí de Tobón continuó con la de Hernán Dario Herrera. El buen volante de Nacional volvió a jugar de una lesión de ligamentos en ambas rodillas. “Eso fue en 1983, cuando, a pesar del profesor Luis Cubillas, se determinó operar a Herrera y gracias a Dios salió exitosa, como otras con muchos deportistas del Antioquia”, expresa el padre de cuatro hijo y médico mundialista de la selección Colombia Juvenil en Paraguay 1985.

Seis años después del paso por el bisturí del talentoso caldeño, otro gran reto médico tiene Winston Tobón: Luis Fernando “El Chonto” Herrera sufre la ruptura del tendón rotuliano.  El lateral verdolaga no lo podía creer. Pensó que su vida deportiva llegaría a su fin. El caso se tornó delicado, pues era una cirugía que no se había realizado a ningún futbolista. Las manos milagrosas de Tobón Ochoa hicieron lo que muchos creían imposible.  “Utilicé un tendón sintético y el jugador está bien”, diagnosticó en su momento el galeno antioqueño.

Rueda el balón de los sueños infantiles

En ese mismo año de la operación de “El Arriero” Herrera, contribuye la reestructuración de las divisiones inferiores del Club Atlético Nacional: fue el puntapié inicial a creación del Torneo Babyfutbol.

“En 1983 realizamos el lanzamiento en la Casa Linares de las Divisiones Menores del Atlético Nacional, con la anuencia del profesor Luis Cubillas.   Estaba de dirigente de estas Divisiones Gilberto Molina y a un hijo de él lo disfrazamos de paisita, como emblema de los equipos. Lastimosamente Cubillas no estuvo mucho tiempo con nosotros, por ello un año después, y cuando asistíamos a los diferentes partidos que se programaban en la cancha Marte nos reunimos con un grupo de amigos entre los que se contaban Antonio Franco, Julio César Acosta, Julio Vélez, entre otros. Veíamos, con preocupación, que los niños no tenían un buen escenario deportivo y nos surgió la idea de que hiciéramos un Torneo y quisimos rescatar el Babyfutbol que realizaba el periodista Guillermo Hinestroza Isaza, pionero con este gran aporte. Inicialmente lo queríamos hacer en el Coliseo, como él lo hacía, pero optamos por hacer con cancha de grama y con 11 jugadores”, recuerda el médico de las selecciones Colombia Mayores desde 1987 hasta el 2002.

Así le dan el puntapié inicial a la Corporación Babyfutbol Los Paisitas, con una fecha de fundación del 14 de junio de 1984 y organizando el primer Torneo en el mes de enero de 1985.

La grama de lanzamientos del Estadio de Atletismo Alfonso Galvis Duque, de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, fue testigo mudo de los primeros goles y gambetas infantiles de 16 equipos invitados. Al final, el campeón fue el equipo La Floresta orientado por Francisco Maturana García quien venció a su vecino de Santa Lucia por lanzamientos desde el punto penal, luego del empate a cero goles en el tiempo reglamentario y bajo la dirección arbitral de Armando Pérez Hoyos.

Figuras como el volante Óscar “El Chico” Restrepo, del barrio El salvador”; el delantero Jaime Ospina, de San Javier y los laterales Martín Vélez y César Tabares; fueron los primeros en escribir el ABC de la historia deportiva hacia el balompié rentado del país.

De eso han transcurrido 38 años y los nombres aumentaron. Nombres como los arqueros Daniel Vélez (q.e.p.d), Jaime Brand Gómez, David González y David Ospina; los defensores Miller Duran, Rafael Vásquez, Amaranto Perea, Francisco “Mi Yuca” Mosquera, Roberto Carlos Cortés, Jamell Ramos, Vladimir Marín,  José Julián de La Cuesta, César Fawcett, Lewis Ochoa,  Camilo Zúñiga y Camilo Ceballos; los volantes Juan Carlos Ramírez,  John Wilson Raigosa,  Juan Guillermo Villa (q.e.p.d), Gerardo Bedoya, James Rodríguez, Juan Fernando Leal, Camilo Giraldo, Mauricio “Mao” Molina, Alexander “El Conejo” Jaramillo,  Jhonatan Estrada, Héctor Alejandro Vasco, Jhonny Ramírez, Jaime Castrillón, Giovanny Moreno, Sebastián Hernández, Juan Esteban Ortiz, Jairo Palomino  y los delanteros Alexander Padilla, Wilmar Moreno, Diego Serna Lopera, Eudalio Arriaga,   Luis Gabriel Rey,  Néstor “La Piña” Álvarez, Dayro Moreno,  Víctor Hugo Montaño, Radamel Falcao García,  entre otros, han pisado los gramados del balompié colombiano y especialmente de la Cancha Marte 1, mostrando su talento para el recambio de la redonda colombiana.

Mini olimpiadas para el recambio deportivo

 Pero no solo es el fútbol masculino, también otras disciplinas deportivas han ayudado al recambio y la reserva deportiva del país.

El fútbol femenino es otra de las disciplinas deportivas que le ha dado ese giro copernicano al musculo colombiano.

Figuras como Linda Caycedo, Ana María Guzmán, Gabriel “Gaby” Rodríguez, Karla Daniela Viancha, Oriana Quintero, entre otras, han mostrado sus bondades con la pelota en las canchas del Festival Bayfutbol de la rama femenina.

Ahora, y en 19 disciplinas deportivas, tres de ellas incorporadas en la versión 11 del Festival de Festivales, y en 18 escenarios, la Corporación Deportiva Los Paisitas sigue contribuyendo a ese “Deporte con sentido social”, como lo expresan en su lema institucional.

Con cerca de 6.500 niños y niñas deportistas del futbol, el baloncesto, el ciclismo, el voleibol, el beisbol, el ajedrez, el atletismo, el bicicross, el fútbol de salón, el judo, la natación, el patinaje, el porrismo, el tenis de mesa, el tenis de campo, y ahora los bolos, el taekwondo y el tiro con arco, la reserva deportiva colombiana está asegurada y la fiesta deportiva se vivirá en Medellín a principios del año entrante.

Todo ello, con el aporte de Winston Tobón Ochoa y su mirada complaciente.

Así, este legado de Tobón Ochoa será reconocido con sus amigos y socios de la Corporación que él ayudó a fundar llamando al Festival Bayfutbol con su nombre, en su versión 38. ¡Gran honor!

……………………….

Ver perfil de Winston Tobón en HISTORIAS A LA REDONDA

https://www.youtube.com/watch?v=j0OzKsJZDvc




 



 

 




 

lunes, 14 de noviembre de 2022

¿Para qué la historia?

 Por: Guillermo Zuluaga Ceballos- C.S.-Periodista e Historiador *

Hace unos meses en una investigación que realizo sobre la cooperativa de municipalidades de Antioquia,  una entidad que ya muchos quizá ni recuerdan y  que fue tan importante para el desarrollo del departamento y que a lo mejor  sea la mamá de este Instituto en el cual ahora estamos congregados, le pregunté a uno de sus gerentes,  cuál era su mayor satisfacción al frente de aquella cooperativa.  Y  el hombre que sabe de sistemas,  que sabe de gerencia y que tenía tanto para contar sobre grandes ejecuciones, se le iluminaron los ojos cuando empezó a narrar sobre un momento en el cual su jefe,  el gobernador de Antioquia,  le puso la tarea de llevar energía eléctrica al municipio de Vigía del Fuerte.

Néstor Díaz Montoya me recordaba cuando Álvaro Villegas Moreno lo llamó a decirle:  Yo a ese pueblo no lo puedo dejar sin energía eléctrica esta Navidad.  Era el 20 o el 21 de diciembre y él reunió  a su mejor gente y se inventaron el repuesto  para la planta eléctrica y tuvieron que llevarlo en helicóptero y luego en balsa por el rio.  Al Doctor Néstor que podía estarme hablando de hospitales construidos o de palacios municipales por inaugurar,  le brillaban tanto los ojos al hablar,  que también yo  alcancé a imaginarme la mirada chispeante de algún niño de esta comunidad marginal del departamento,  que  a lo mejor sentía que el Estado  los tenía en cuenta y que al menos,  a pesar de sus tristezas, de sus sueños aplazados,  esa Navidad no la pasarían a oscuras.

De pequeñas grandes anécdotas  como esta,   está cargada la historia de nuestro departamento.  Y me disculpan que no venga a hablarles de HI, o del Metro de Medellín o de nuestro querido Hospital SV de Paul, justo hoy cuando promovemos una nueva convocatoria del Premio a la investigación histórica del departamento y tengo la fortuna de estar acá y de preguntarme,  de preguntarles a todos ustedes y me disculpan el atrevimiento,  si tiene sentido la historia y la respuesta es sí.  Y podría traer frases muy conocidas como aquellas de que  Quién no conoce su historia está condenado a repetirla;  o también otra que dice que la historia es importante porque el pasado puede iluminar nuestro futuro.  Sería  fácil caer en ese lugar común, en esa frase hecha para salir de apuros,  pero también ahora se me ocurre una y quiero recordarla: Y es que en estos tiempos de inmediateces, donde todo es superficial y desechable y tiene fecha de vencimiento,  las ciencias humanas Y en especial la historia son importantes porque son las que le dan sentido y significado a nuestras existencias. Yo pienso en ese momento en que le ayudé a evocar a aquel gerente esa pequeña gran gesta de  llevar energía, luz simbólicamente hablando,  a esos habitantes de Vigía; es más, gracias a mi oficio, pienso en la sonrisa de algún niño,  en  algún recodo del tiempo, y me alegro,  y sí eso me alegra, entonces pienso que tiene sentido nuestro oficio. Dejar plasmado en unas palabras que también son imágenes, ese momento, quizá sea tan trascendente o más, que una enciclopedia sobre alguna  de nuestras tantas guerras.    

Pienso en la historia y se me ocurre que esta es como ese viejo árbol que se está al lado del camino y del cual,  aunque a veces no le queremos dar su verdadera importancia, en los momentos de calor, vamos hasta él,  nos arropamos en su sombra y esta nos da el aliciente, el valor,  para querer levantarnos de nuevo y volver a comenzar el camino. “Ajá, Manuel, cuando has visto al abuelo de mal genio cuando él está debajo de un árbol”, le preguntó con tanta sapiencia la abuela al niño Santiago Manuel Martínez, hoy diputado de Antioquia.  Tenía razón aquella vieja. La  historia es como ese árbol, ese bálsamo en una tarde de estío,  o también como ese árbol ya hecho  tronco que,  a veces náufragos de estos tiempos,  nos aferramos para intentar sobreaguar y llegar a una playa y volver a comenzar nuestra vida.

A veces el pasado nos salva. Ahora,  menciono ese momento difícil,  ese en el que tenemos que buscar ese árbol,  ese  contexto de crisis como los que vivimos actualmente y quiero recordar mis clases en la Universidad Nacional cuando nos decían que las crisis no había que mirarlas como algo negativo,  que las crisis, desde la Historia había que mirarlas como puntos de quiebre,  como puntos de inflexión que nos llevan a pensar en nuevos caminos.

Digamos que esta sociedad también vive su crisis. Y la Historia en tanto ciencia social, también la vive.  Y  ya entonces esa Historia Patria,  esa historia que ayudó a consolidar nuestras ideas de Nación están un poco en crisis y habría que replantear ciertas creencias, ciertos dogmas.  Y como al  Gerente Julián Vásquez le gusta apostar duro, cómo nos podría servir el lanzamiento de este nuevo Premio para que también desde acá pensemos en replantear un poco y no seguir contando esa historia patria,  esa historia de una Antioquia grande,  de una Antioquia construida en torno a próceres y arzobispos –que fueron valiosos claro- pero ahora pensarla también desde abajo. Por ejemplo,  No desde el Gerente que lleva la energía, sino desde la mirada iluminada del niño que la recibe.

Se me ocurre,  solo como una forma de incitación, que la historia del departamento podría tener nuevas miradas: un amigo historiador, estos días me decía:  nos han contado la historia de los arrieros pero desde un punto de vista épico,  romántico.  Pero por qué no miramos –reflexionaba él-  también  a los arrieros como  empresarios:  O  cómo podríamos catalogar en estos tiempos  a alguien que invierte un capital para hacerse a doscientas mulas? Si no son empresarios cómo podríamos calificar a un hombre que tiene que estar al frente de ocho o diez peones que lo acompañen, para llevar una carga de un municipio a otro; acaso esos animales no necesitan una manutención; no hay que medirles las energías:  acaso sus animales no necesitan comida? o sea,  pensar en lo que significa desplazarse por semanas o por meses eso necesita un ejercicio de planificación,  lo que podríamos llamar ahora un ejercicio de gerencia.

La Historia patria construyó mitos fundacionales; el reto de lo que los teóricos llaman la Nueva Historia es deconstruirlos; cuestionarlos. Ya no importan ciertos ritos, ciertas dignidades. Tampoco importan grandes relatos. Entonces, con el respeto de muchos historiadores  habrá que seguir rompiendo paradigmas, habría que replantear; hacerle preguntas a nuestra historia. Se me ocurre también  hablar de ciertas frases que van pegándose  de nuestra idiosincrasia. El lenguaje moldea.  Por qué  cuando los paisas nos encontramos con alguien después de mucho  sin verlos y  le preguntamos:

 Y qué,  Cómo va el trabajo;  cómo va el voleo.

Acaso el trabajo, o el “coja destino”, como decían las abuelas es tan importante. Nuestro “destino” solo es el trabajo? Cierta pandemia de no hace mucho nos hizo frenar en seco,  y de pronto comprendimos que la salud, o la familia, sí que valían.

“El país va mal pero la economía va bien”, dijo alguna vez un dirigente gremial antioqueño. La frase tiene más de 60 años y en tantos eventos se repite con sorna; y no se ha mirado en tanto la carga de cinismo y de desconexión con la realidad que conlleva. Por fortuna, también hay que decirlo,  hace un tiempo a cierta dirigencia ha  empezado a importarle acercar la macroeconomía a la tiendita del barrio, al pasaje del bus…y han aparecido entonces en el argot palabras como equidad, unidad, Vida…

Hace unos días un amigo que está acá presente me hablaba del “bogocentrismo”. Esa mirada desde Bogotá con cierto privilegio y cierta mirada, dónde los provincianos como nos llaman parece que no encajáramos….  pero también sería muy interesante pensar en si acaso no existe o no hemos legitimado también a lo largo de nuestra historia El Medelli-centrismo.  o por qué todo lo bueno lo pensamos en torno a Medellín:   de dónde llegaron a Medellín  personas como Luis Eduardo Yepes,  de dónde vino Ricardo Olano, de dónde vinieron los Toro, los Urrea…. Sería  interesante mirar el caso  esas  ciertas élites pueblerinas que salieron del pueblo, un contexto urbano,  a otro pueblo más grande, Medellín. y ellos, que también leían algo, escuchaban, vinieron  con su idea de comercio,  de salir adelante fueron haciendo  grande este pueblito que devino en ciudad,  y ese sería un reto interesante que tendríamos para pensar o para repensar nuestro ejercicio como historiadores. No seguir mirando despectivamente a esos “montañeros” que llegaron de pueblos sino como los hacedores de progreso.  Ahora si lo llevamos a nuestro arte:  Cano,  y Pedro Nel,  y Arenas Betancur no nacieron precisamente en el parque de Berrío.

Como persona que disfruta haciendo preguntas, felicito a los ganadores de recientes convocatorias del Premio y a quienes ahora participarán. Gracias porque si bien seguro también ellos, aquí en esta Antioquia la grande y la pujante,  oyeron que les decían: No estudie Historia que eso no da plata, aquí siguen y seguimos apostándole a esta utopía de encontrarnos en torno a la palabra.   Agradezco, en nombre de tantos otros,    al IDEA porque a pesar de todos los temas tan grandes por resolver – MÁS  O MENOS DEL TAMAÑO DE LA PRESA DE HI- sigue apostándole a la historia.  Y en sus 58, abre estos espacios. Así que    en esta nueva edición del premio quiero felicitar a Ramón,  a Mauricio y a todos los amigos que están al frente de la Oficina de Comunicaciones que lidera Raquel Rodríguez, y claro, a la cabeza de Julián Vásquez;  por pensar  que el IDEA, fieles a su historia,  que esto no es solo un ejercicio de rentabilidad, de desarrollo,  sino que también le apuesta a estos proyectos que le dan sentido a nuestra vida y que lo  he llamado en otros espacios:  las ganancias espirituales.

------------------

* Discurso en la presentación de los Premios IDEA a la Investigación Histórica de Antioquia. 




viernes, 24 de julio de 2020

Comunicaciones y periodismo: ¿soberbia, vanidad o servicio?


El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.
(Tomás Eloy Martínez- Escritor y periodista argentino)



Por: Roosevelt Castro B.
¿ Han perdido su parte misional las oficinas de comunicaciones? Mi interrogante surgió a raíz de un requerimiento para indagar acerca del fútbol femenino, especialmente en el Club Atlético Nacional.
Llevo más de cuatro décadas al servicio del periodismo deportivo y me convenzo más de que este oficio ó profesión, es muy útil para la sociedad ávida de estar informada.
En la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, en la que me gradué, como vocación tardía, en el 2003, aprendí que las comunicaciones son esa “puesta en común”, especialmente para que no nos golpeen, para que nos ayuden a formar criterios, para tener una buena toma de decisiones al estar bien informados.
Sí, la comunicación y su familiar cercano el periodismo tienen ese deber ser de saber conjugar los verbos: informar, formar y recrear cómo triada casi que axiológica para su misión.

Periodistas ¿Semidioses?
Con varias de esas premisas, tanto personales como de algunos maestros, logré armar una reflexión que titulé “Los periodistas ¿semidioses de las palabras? y que publique en mi blog personal hace ya más de 15 años.
He aquí algunos de sus apartes. Los mayas tuvieron un dios para las palabras. Lo llamaron Itzamná , quien era el señor de los cielos, de la noche y del día; además fue el primer sacerdote, el inventor de la escritura y de los libros (códices) y por extensión, creador del calendario.
Los griegos y los romanos no tuvieron una deidad como la de esa comunidad prehispánica. Para su desgracia (y, probablemente, la nuestra) tuvieron semidioses: aquellos héroes mitológicos a quienes colocaban entre sus deidades. Les atribuyeron virtudes que giraron entre lo humano y lo divino.
Hoy, en los albores del tercer milenio, vemos, con enorme preocupación, que en las comunicaciones y el periodismo colombiano sigue sacralizando la palabra en manos de una nueva especie, que ahora pulula en las oficinas de comunicaciones. De igual forma,   en los pasillos de los estudios de televisión o en las salas de redacción de los periódicos o en las cabinas de radio y son los “periodistas Light”, convirtiéndose de la noche a la mañana en las semidioses de la palabra.
Enviados por muchas de las “reses sacras” o directores de los diferentes “medios”, a quienes les queman toda clase de inciensos, salen a cubrir las noticias del día: la toma guerrillera, la entrevista al político de turno, la frivolidad de las noticias del espectáculo, los goles del fútbol profesional colombiano y muchas más.
Alguna vez afirmábamos que la soberbia (entendida como indolencia) era uno de los pecados capitales que rondaba en el periodismo. Ahora lo reafirmamos.
No se conduele la poca o casi nula creatividad por parte de estos nuevos semidioses de la palabra. No se salen del esquema. No rompen el paradigma. No innovan. En resumen: piernas, silicona, maquillaje y mucha frivolidad pero nada de contar verdaderas historias de vida o de servir de facilitadores en los procesos comunicativos.
Ya el Nobel colombiano Gabriel García Márquez había criticado muy duramente a las instituciones de educación que imparten el conocimiento de esta “región” del saber, con sus grandes vacíos, limitantes y carencias.
Les hizo un llamado a la reflexión y al auto análisis para que repensaran en su " deber ser" (Vale decir: en su componente ético), pues, según él, les han "apostado" más a la técnica y menos a la comprensión, a la formación y la interpretación misma de la realidad. Es decir: se ha perdido esa curiosidad por la vida.
A lo anterior se le suma las carencias en lo humanístico, lo contextual, lo sensible: " Se piensa que el único interés de los alumnos es del oficio como fin en sí, desvinculado de la realidad y de sus problemas vitales y que prima un afán de protagonismo sobre la necesidad de investigación y de servicio " , como lo expresa el mismo Nobel colombiano.
Se ha sacralizado la palabra en manos de unos pocos llamados, ahora, comunicadores sociales-periodistas, en detrimento de la interdisciplina que posibilite, al menos, hacer aprehensible la realidad a muchos de los perceptores de sus mensajes. Han perdido su norte. La soberbia, el orgullo y la vanidad de poseer los "medios" los han cegado.
Otro de los pecados capitales, por así decirlo, es la falta de creatividad. Como el mismísimo Gabo lo indica: " ..mientras no se admita que el sustento vital del periodismo es la creatividad, y por valoración semejante a la de los artistas".
Romper el esquema, quebrar el paradigma, fusionar conceptos que parezcan inverosímiles, en fin: " salir del cascarón" es la manera más sencilla, y a la vez complicada, de ser creativos, pero estamos nadando en el mar de la mediocridad, del facilismo, del " todo está hecho" y " nada hay nuevo bajo el sol".
La vocación de servicio, la mística, el re-conocimiento del otro como elemento importante en su "quehacer diario" no lo tienen claro. " La deshumanización es galopante" , expresa el escritor de Aracataca ( Magdalena) y más adelante recalca: " ..el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad".
Jairo León García, exjefe de redacción del periódico El Mundo, al igual que Arturo Giraldo, ex vicedecano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, coincidieron con el Nobel colombiano al decir que el periodista debía " untarse de vida"; Vale decir: ser sensible con lo que le rodea y no cometer ese pecado capital que tanto le corroe como lo es la soberbia.
La creación de un pregrado de periodismo en la Universidad de Antioquia, hace ya más de dos décadas, dio nuevas luces para que la profesión (u oficio, como lo calificaría el Nobel de Aracataca- Magdalena) sea una “profesión ilustrada” y no con las carencias y un cúmulo de problemas estructurales como la descontextualización, la superficialidad, la espectacularización de la información, el oficialismo, la falta de rigor y muchos más, como lo indicara el profesor Carlos Agudelo, en su momento.

El periodismo ¿para servir o para servirse?
En ese orden de ideas, quiero compartir con ustedes esto que decía el periodista Luis Alirio Calle, en el seminario "Comunicaciones hacia el 2000", realizado por Cicrodeportes Antioquia en diciembre de 1994.
En su ponencia "La desmitificación del periodista", dictada en el marco esa jornada académica, Luis Alirio tomó como referente al periodista polaco Ryszar Kapuscinki.
"... El periodismo es una profesión apasionante, es cierto, pero si sólo la mueve la emoción está lejos de cumplir su cometido, si a ésta sumamos el conocimiento, entonces el resultado puede ser realmente importante...", decía el connotado escritor nacido en Pinks, en lo que hoy es Bielorrusia, el 4 de marzo de 1932.
"En medio de guerras y de revoluciones - sigue el polaco- el periodista no puede quedar a la mitad, porque de manera automática está con alguno de los grupos involucrados, que están tomando partido, y debe también tomar partido, no puede ser testigo impasible, debe tener eso que en psicología se llama empatía. Es decir, tiene que identificarse con unos o con otros. La gente te observa cuando llegas a un país en conflicto, observan tu actitud, ve si te identificas con ellos, si compartes sus dolores, sus peligros, si entiendes sus problemas, si es así, ellos se abren, te tratan de ayudar, de explicar; pero si te ven con actitud fría, desdeñosa, como a alguien que se aleja de ellos, entonces se cierran y jamás podrías llegar a entender lo que está pasando allí, no podrías llegar al fondo. Para poner un ejemplo: Si estás digamos en la capital, pero la guerra se desarrolla fuera de ella y no hay manera de llegar al frente, nunca podrías conseguirlo a menos que sea con su ayuda, que es siempre voluntaria. Aquí no es cuestión de dinero, es simplemente que les gustas o no les gustas, y les gustan cuando sienten que lo que hacen, por lo que luchan y mueren, es también importante para ti. Si se te abren pueden sobrevivir sin dinero, sin nada, llegar a cualquier lugar, entrevistar a cualquier líder. Claro está que todo esto no fue hecho conscientemente por mí, que dijera: Bueno, voy a comunicarme con esa gente, a compartir sus dolores para que me lleven al frente. ¡No, no!,  eso debe estar en el carácter del reportero.
Es como un proceso natural: empiezan cien por decir un número, y la verdad y la experiencia los van eliminando. Algunos no se sienten vinculados, apasionados o comprometidos, o les parece que es una vida muy peligrosa.
Porque para llegar a la verdad esta tiene que ser en verdad algo más importante que la vida, y sólo teniendo esta actitud es posible trabajar como periodista en países agitados y peligrosos".
Hasta ahí Kapuscinsky. Quiero resaltar de la cita lo que plantea el hombre sobre el compromiso. Es que un periodista cuyo compromiso es sólo consigo mismo, está haciendo un negocio.
Unido a lo anterior está ese afán protagónico y ese síndrome de la chiva que ha deshumanizado y, a su vez, mitificado a muchos ahora llamados comunicadores sociales-periodistas
A ver, yo les digo, que creo, que independientemente de que merezcamos un sueldo bueno, nosotros tenemos que manejar estos con más criterio de entrega a la gente que a los poderosos, a la fama, al dinero. La comunicación social, especialmente la periodística, cada día pesa más sobre la sociedad. Si hay un manejo de ética, ello le dice a uno que es así. Yo les digo que  no aspiro a enriquecerme con el periodismo. Si llega a sucederme que consiga dinero en virtud de esa profesión, les digo que eso sucederá sin el sacrificio de mi independencia, de mis ganas de servirle a la gente, sobre todo a la gente que tiene algo que perder frente a los factores o instancias de poder.
Y frente a la fama tengo el siguiente criterio: Gánatela, y que sus efectos surjan de que la gente te cree, y te busca porque tú ayudas a entender las cosas, ayudas a saber.
De igual forma, el escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez señalaba tiempo después que “El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.
Sí, el periodista y el periodismo tienen ese poder, sobretodo el de servir, para que no nos dominen con el miedo y el escándalo. Un poder entendido como un periodismo de servicio  y no como un periodismo de destrucción, o de estragos o de muerte.
Con todo lo anterior quiero significar la gran importancia del periodismo, especialmente deportivo, en toda mi vida, pues, y concluyendo con García Márquez, "...Nadie que no haya nacido para esto y esté dispuesto a morir en eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia... "
Por eso, y en estos tiempos de pandemia y de incertidumbre producto del Covid 19, cobra vigencia lo escrito hace ya varios años ¿o no?


miércoles, 8 de febrero de 2012

¡Muchas gracias!

Hola Roosevelt: aquì te mando copia del mensajito.De nuevo tantas gracias por tu generosidad y esperamos tenerte de vuelta prontamente.
Un abrazo a la redonda
Judith Rubio
From: jotarubio@hotmail.comTo: sercrija1@hotmail.comSubject: Muchas Gracias.Date: Fri, 22 Jul 2011 15:55:53 -0500
.....................
Señor:
Javier Ramìrez Uribe
Departamento de DeportesEl Mundo.

El centro Educativo La Arcadia les agradece el reportaje que hicieron para el dia de hoy en la pàgina de Deportes, como abrebocas del maravilloso evento del clàsico Nacional de Ciclismo con la categorìa Superaciòn, que el periòdico viene realizando en nuestra bella Ciudad.

Queremos felicitarlos por las personas que los representan en las actividades periodìsticas como son el Señor Rossevelt Castro B, persona de inmensa calidad humana y gran sensibilidad,de gran conocimiento y preparaciòn intelectual, mostrando un ser estudioso, creativo, investigativo, con habilidad para aprovechar las diferencias individuales que le permitieron una compenetraciòn inmediata con cada uno de los niñ@s entrevistad@s, maestro con vocaciòn, conocedor de su campo de acciòn.

Muchas gracias al periòdico El Mundo por ayudarnos para el fortalecimiento de los niños, adolescentes, adultos con discapacidad cognitiva y sus familias, en la formación en valores y en el aprendizaje de un arte oficio o deporte que les permita desempeñarse en forma autónoma e independiente llevandolos a una verdadera inclusiòn Social.

Cordial saludo

Rubio Melo - Directora

365 días transpirando periodismo deportivo



Rooosevelt Castro B.

Al llegar a mi primer año de vida periodística en un diario como EL MUNDO miro con retrospectiva hacia atrás. Lo hago con el fin de ver metas, objetivos y algunos sueños fallidos de mi periodismo para la vida, para el amor y para la reconciliación.
Mi poder transformador de la palabra escrita posibilitó lenguajes no mezquinos de reconocer lo valioso de los seres humanos en la actividad deportiva que eligieron. Fue una apuesta las historias de vida llena de motivaciones. Igualmente de sueños, anhelos e ilusiones por el triunfo, por convertirse en los mejores deportistas y personas.
Cada silaba, cada palabra, cada acento de elogio a lo que habían construido con su esfuerzo, con el sudor de sus frentes, valió la pena haberlo reseñado. Ellos se han convertido en mejores seres humanos y han contribuido a ser espejos donde se miran los niños y las nuevas generaciones del deporte que quieren imitar y balbucear los lenguajes de los valores propios de cada una de las disciplinas deportivas que practican.
Cada gota tinta que se derramó sobre el papel fue similar a cada gota de sudor transpirada por Mariana Pajón, Andrea Zuluaga, Luis Fernando López, Jairo Palomino, Jorge Aguirre, Rufay Zapata, Nicolás Leoz y muchos más deportistas, dirigentes y entrenadores que evocaron cómo fueron los sacrificios para convertirse en los mejores de su deporte.
.. y así, con la emoción de niño, me embelesé con cada sonrisa y cada nostalgia que cada uno de ellos me expresó con la sinceridad de su ser ...y lo celebré en silencio.



lunes, 2 de noviembre de 2009

Cierre de Edición



En esta entrevista anónima con José Alejandro Castaño, la experiencia del escritor y cronista paisa como editor de El Heraldo retrata fielmente un caso ejemplar y sirve como diagnóstico certero de un conjunto de males sintomáticos del periodismo colombiano.

Hasta hace unos meses, José Alejandro Castaño fue el editor general de El Heraldo. El escritor y cronista paisa había llegado a la redacción del periódico barranquillero precedido por una envidiable hoja de vida: premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España, premio Latinoamericano de Literatura Casa de las Américas, cuatro Premios Simón Bolívar y la publicación de los elogiados libros ¿Cuánto cuesta matar a un hombre? y Zoológico Colombia, además de artículos en reconocidas revistas internacionales. Después de casi dos años, tras haber creado desde cero el periódico popular de la casa y haber timoneado las enrevesadas corrientes editoriales de El Heraldo, Castaño dejó la publicación. Los motivos de esa separación y lo ocurrido durante los meses de creación de Al Día y de edición general de El Heraldo –meses que según el EGM presentaron un significativo aumento de lectores– despertaron el interés de un periodista por aclarar algunos puntos sensibles directamente con la fuente. El resultado fue esta entrevista que circuló originalmente a través de Red Caribe, con explícita reserva de la identidad del periodista. Hoy, cuando El Heraldo continúa sin editor general y la crisis ataca con cruel preferencia a los medios impresos, las respuestas de Castaño siguen retratando fielmente un caso ejemplar y sirviendo como diagnóstico certero de un conjunto de males sintomáticos del periodismo colombiano.

¿Por qué salió usted de El Heraldo: ¿lo despidieron o renunció?
Ese asunto, francamente, me parece anecdótico. La verdad es que ya no soy el editor general del periódico.
En la redacción del periódico dicen que usted ya había comunicado su decisión de renunciar desde finales de enero de 2009...
Desde antes, en realidad, pero convine con la jefe de redacción de El Heraldo y de Al Día que solo haría formal mi decisión tras el Carnaval para no entorpecer el cubrimiento que ya habíamos comenzado.
Usted estuvo vinculado como editor general, primero en Al Día y luego en El Heraldo, por casi dos años. ¿Cuál es su balance de esa experiencia?
Son dos momentos distintos. Yo fui contratado a toda prisa para conjurar la amenaza que representaba un nuevo periódico popular de origen cachaco en Barranquilla. El Colombiano de Medellín y El País de Cali tenían periódicos populares muy exitosos desde hacía más de tres años y decidieron, junto con El Universal de Cartagena, jugar en el mercado de Barranquilla. En apenas un mes yo debí inventar Al Día de la nada: desde diseñar sus páginas, secciones y estilo tipográfico hasta contratar periodistas. Fue un esfuerzo maratónico.
Y pronto se convirtió en un fenómeno...
Sí. Un año después, Al Día logró más de medio millón de lectores, trescientos mil más que el periódico Nuestro Diario, que luego tuvo que llamarse Q’hubo por un revés legal que no pudieron sortear con éxito sus propietarios. Un año después, contra todo pronóstico, Al Día ya era el periódico popular más leído del país y el tercero con más lectores después de El Tiempo y El Espectador. Fue un milagro editorial sin precedentes en Barranquilla ni en la Costa Caribe.
Claro, pero sobre la calidad de ese periódico siempre hubo reparos. Muchos creen que es amarillista, oportunista, que se hizo popular mostrando ahorcados, macheteados y mujeres desnudas...
Eso no es cierto. Mostrar muertos y tetas no es la fórmula ganadora de Al Día. La Libertad, para mencionar el periódico amarillista por excelencia de la ciudad, sí exhibe las cabezas amputadas desde todos los ángulos, a todo color, a doble página, y sin embargo, en solo un año, ya tenía cuatrocientos mil lectores menos de los que tenía Al Día. Nosotros no publicábamos fotos de los muertos desplegadas en páginas interiores y nunca sacamos mujeres desnudas, nunca.
Y entonces, según usted, ¿dónde radica el éxito de Al Día?
Es una mezcla de muchas cosas. Por ejemplo: un acierto en su esquema de circulación, que vinculó a más de dos mil mujeres cabeza de familia que antes no tenían ningún tipo de ingreso. Pero no fue solo entregarles el periódico. Yo dicté, no sé, nueve, doce talleres a esas mujeres, en sus barrios, en sus zonas de venta, para explicarles en qué consistía la diferencia de Al Día con respecto a los demás diarios de la ciudad, cómo había que ofrecerlo, cuáles eran sus secciones, sus énfasis temáticos día por día, en fin. Y todos los días, sin excepción, me reunía con los vendedores para calibrar la aceptación de los lectores en la calle. Un editor general no hace esas cosas, seguro, pero digamos que el esquema tan singular que diseñé para Al Día me fue imponiendo ese tipo de tareas.
Los titulares de Al Día siempre crearon controversia, ¿usted los ponía? Para muchos se trata de un verdadero irrespeto a la ciudad.
El éxito de Al Día es que se parece a la ciudad que lo bien parió. A mí siempre me resultó divertido escuchar a locutores radiales al parecer ofendidos por este o aquel titular y que, para criticar o cuestionar, recurrían a las mismas palabras usadas en el titular. El éxito de Al Día consiste en que se parece a los barranquilleros, habla como los barranquilleros, sin recurrir nunca a vulgaridades, pero sí: no se anda con mentiras. A las cosas las llama por su nombre, como hace la gente en Barranquilla.
Y usa un humor macabro, ¿no?
Humor sí, pero no macabro. Es que el barranquillero es así, gozón, y punto. ¿Qué será más currambero que la figura de un hombre sin cabeza que carga su propia testa sangrienta en una mano y en otra agita un machete? ¡Y eso lo hace al son de música de fandango! El barranquillero es mamagallista y ese es, probablemente, su mayor antídoto contra todas las tragedias que lo acosan.
¿Pero burlarse del dolor de los demás con titulares satíricos no es excesivo?
Le respondo con un ejemplo: la policía captura a un grupo de ladrones conocidos como Los Bachilleres y Al Día publica sus fotos con el siguiente título: ¡Los graduaron! Seguro que a ellos y a sus familias ese titular les resultará incómodo, burlón, pero el ciudadano, el que festeja la eficacia policial, encuentra ese titular cercano, entendible, contundente.
Y lo del panadero al que le dieron “Pan pan”.
Ese titular nunca salió en Al Día. Lo que pasa es que el fenómeno del periódico ha sido tan masivo que la gente recrea sus propios titulares y luego los repite creyendo que los vio en el periódico. Mire: cuando los periodistas van a los barrios a cubrir una noticia, la gente les grita posibles titulares. Sí, la titulación es uno de los distintivos de Al Día, no le quepa la menor duda.
¿Es verdad que, pese al enorme negocio que representa, algunos de los dueños quieren cerrar el periódico?
Apenas 21 meses después de su creación, Al Día es un negocio de casi dos millones de dólares al año y aún tiene mucho que crecer en términos de mercadeo. Cerrarlo sería una idiotez que no creo que alguien vaya a cometer.
¿Pero sí hay descontento de algunos dueños?
Sí, y es entendible. Los periódicos populares les imponen una condición vergonzante a los propietarios de diarios tradicionales. Para ellos cada vez es más difícil asistir a reuniones de negocios y a eventos sociales donde ya casi no les hablan del periódico que heredaron de su padre o de su abuelo sino del tabloide popular que es sensación entre los taxistas. Pero es una situación común a los dueños tradicionales de periódicos en América Latina. Todos ellos, unos más, otros menos, todavía se creen regentes de la moralidad, salvaguardas de la tradición social de sus ciudades. La noticia de un sacerdote violador, de un indigente ahorcado, de un policía travesti siempre les supone cuestionamientos éticos.
¿Por qué les pasa eso?
Porque insisten en vivir en una época que no existe. Está claro que la actual generación de propietarios de periódicos heredaron las empresas de sus primeros parientes pero no necesariamente su talento. La única relación que muchos de ellos han mantenido con los diarios fundados por sus padres, abuelos o tíos ha sido asistir a las reuniones donde se discuten presupuestos y se definen los pagos mensuales a los que tienen derecho como propietarios, nada más. A diferencia de lo que ocurre en Europa o Estados Unidos, donde las empresas periodísticas de origen familiar han mutado a compañías independientes, en América Latina los diarios tradicionales todavía insisten en conservar cierta aristocracia, una que, por cierto, ya no tienen. Los nuevos propietarios de diarios tradicionales, casi ninguno de ellos periodistas de formación ni de oficio, todavía no se enteran de que la supervivencia de sus empresas ya no depende de los apellidos de sus patriarcas fundadores sino de la calidad de sus contenidos.
Y en ese punto, ¿qué tanto ha avanzado El Heraldo?
Quisiera advertirle que hablo de esto porque ya antes lo he hablado con los dueños del periódico...
¿O sea que no está siendo desleal o algo así?
Así es.
¿Tan mal está El Heraldo que debe hacer semejante salvedad?
El caso de El Heraldo es apenas similar al de otros tantos. Su mal no es una enfermedad única, digamos exclusiva.
¿Y cuál es esa enfermedad?
Pérdida crónica de lectores y de circulación. En los últimos informes del Estudio Nacional de Medios, mientras Al Día crecía a toda velocidad, El Heraldo pasó de casi 300 mil lectores a menos de 120 mil.
¿Cuántos periódicos dejaron de venderse entonces?
Ese es un dato que por supuesto no voy a darle. Pero sí: El Heraldo pasó de ser el periódico regional de más alta circulación del país a ser el de la más baja. En apenas tres años, el diario líder de la Costa es casi una cuarta parte de lo que fue.
¿Por qué? ¿Se equivocaron los dueños trayendo primero a Sergio Ocampo como editor general y luego a usted creyendo que serían la solución?
Esa puede ser una respuesta, pero me parece que sería simplista y en todo caso equivocada. El evidente fenómeno de encogimiento, de pérdida de lectores, de número de ejemplares vendidos en las calles, de falta de renovación de suscriptores, es la suma de años y años de desidia administrativa, de desaciertos gerenciales. El modelo administrativo de El Heraldo es tan anticuado que uno no deja de sorprenderse. El error en este caso es que las directivas siguen trasladándole la responsabilidad exclusiva de la pérdida de lectores a la redacción. Ese es su primer error.
¿Y el segundo?
Mire: El Heraldo siempre fue un árbol frondoso que creció y dio frutos sin necesidad de más abono ni más cuidados del que espontáneamente le dio la tierra en la que fue sembrado. Mientras El Colombiano, El País, incluso Vanguardia Liberal de Bucaramanga y El Universal de Cartagena, periódicos más pequeños que el de Barranquilla, modernizaron sus salas de redacción hace diez años, adquirieron plataformas tecnológicas de última generación y rediseñaron sus periódicos, El Heraldo recién lo hizo el año pasado. Pero aún no le contesto: el segundo error de las directivas es la falta de compromiso. ¿Sabe usted cuál es el periódico regional de más bajos salarios?, y por supuesto le estoy hablando de los que circulan en las cuatro ciudades más importantes del país.
Ese sí es un tema delicado...
Claro, y todo el mundo prefiere no hablar de eso. Pero la verdad es que en El Heraldo hay periodistas que ganan menos que los conductores que reparten suscripciones. Recuerdo el caso de una profesional de la sala de redacción que gana 570 mil pesos, igual que el celador de un parqueadero. Hay fotógrafos que reciben quincenas de 260 mil pesos, y son profesionales egresados de universidades de la Costa. Mientras periódicos como El Colombiano o El País no vinculan a periodistas por debajo de un millón cien mil pesos de básico, el 60% de los periodistas de El Heraldo ganan menos de 850.000. La circulación del periódico se parece mucho a su nivel salarial, y a mí eso me resulta muy revelador del actual estado de cosas.
Varios periodistas de El Heraldo me dijeron del malestar suyo por las pésimas condiciones en las que trabajan algunos de los corresponsales, ¿es verdad?
Sí. Algunos corresponsales no tienen computador, ni grabadora, ni cámara fotográfica y deben, incluso, prestar dinero para cubrir gastos mínimos como llamadas y carreras de taxis que el periódico se tarda hasta dos meses en reembolsarles. Yo, y por favor no vaya a reírse, no alcancé a recibir carné como editor general de El Heraldo, y estuve seis meses en el cargo. Mi primer contrato formal lo firmé 93 días después de estar trabajando y varias veces me vi autorizando carnés de cartulina, hechos por los propios periodistas, para que pudieran acceder a alguna oficina estatal. Este dato es muy diciente: en los últimos once meses, 21 periodistas renunciaron a El Heraldo. ¿Qué continuidad de trabajo puede tener un editor general con más de un tercio de su redacción renunciando?
¿Cuál fue su punto de quiebre para decidir marcharse, el momento en que usted dijo hasta aquí?
Hubo varios. Uno de ellos fue cuando decidí cancelar el contrato de la firma Primera Página, que nos surtía de información nacional en Bogotá, porque me pareció que su trabajo no era del todo el que necesitábamos. Sorprendentemente la junta directiva se negó a reemplazarme ese servicio, tan vital para la redacción. Es por eso que, desde finales del año pasado, El Heraldo cubre casi todas sus informaciones nacionales viendo los noticieros de televisión de Caracol y de RCN. Por respeto a sus lectores, un periódico serio no admite eso. Pero no fue el único revés. Para mí hubo un punto que lo colmó todo: a comienzos de febrero me llegó una notificación de mi EPS en la que se me informaba que El Heraldo debía varios meses de mis aportes al sistema obligatorio de salud, aportes que sin embargo me fueron descontados de mi salario. Yo no lo sabía, pero desde noviembre ni mis hijas ni yo teníamos cobertura de salud, tal y como exige la ley. Si eso le ocurre al editor general, ¿se imagina lo qué puede pasarle al corresponsal de Montería, de Valledupar, de Ciénaga?
¿Será por eso que las nuevas generaciones de periodistas de la región no quieren trabajar en El Heraldo?
Sí, por eso, pero no solo en El Heraldo. Los sueldos de la radio barranquillera también dan vergüenza. Ahí es peor: los periodistas deben comercializar información a cambio de dinero, lo cual es gravísimo. Se ferian igual que modelos prepagos. Y que nadie se aterre. Ese es pan de todos los días en Barranquilla.
Pero la opinión de las directivas es que en El Heraldo sobran la mitad de los periodistas. Uno de los propietarios lo ha repetido varias veces entre colegas de otros medios...
Sí, es verdad. Ellos creen que sobran entre el 40% y el 50% de los periodistas actuales. Y su lógica parece irrebatible: ¿por qué antes, cuando el periódico circulaba el doble, y tenía cinco veces más lectores que ahora, todo se hacía con la mitad de los periodistas de ahora?
Bueno, ¿y usted qué piensa?
Ya le dije: algunos, equivocadamente, añoran un tiempo pasado. Antes, en efecto, el director consejero Juan B. Fernández Renowitsky hacía las veces de director, gerente, editor general y jefe de redacción, pero eran otras épocas. Es que antes, un solo periodista llenaba una página, pero ahora es imposible. Las páginas de los periódicos se modularon, tienen recuadros, infografías, textos tipo resumen, microformatos explicativos, balcones en los encabezados, en fin. Ahora, en cambio, hasta tres o cuatro periodistas intervienen en una página.
Y sin embargo usted despidió a periodistas de Al Día y de El Heraldo. De alguna forma les dio la razón a los que hablan de que sobra gente.
Es verdad que despedí un par de periodistas, pero por su desempeño, y siempre pedí reemplazarlos. No creo que la solución a los problemas financieros de los periódicos sea el desmantelamiento de sus salas de redacción cuando, por otro lado, se insiste en invertir fortunas en insertos coleccionables que cada vez atraen a menos lectores, o se les pagan sueldos millonarios a ejecutivos cuyo único talento consiste en diseñar presentaciones en Power Point.
¿El Heraldo sigue siendo un buen periódico?
Es un diario con evidentes deficiencias de escritura, errores ortográficos y de redacción imperdonables. Pero digamos que eso, aunque sustancial, es un lío remediable. El gran déficit de El Heraldo es que dejó de ser reflejo de la ciudad y por eso, justo por eso, la gente bien puede valerse sin necesidad de sus contenidos. Con cinco periódicos circulando en la ciudad, uno de ellos gratuito, y al menos dos revistas mensuales, los barranquilleros le perdieron la pista a El Heraldo. Hoy lo reflejan las estadísticas: solo 130 mil personas, de los cerca de un millón y medio de habitantes que tiene Barranquilla, lo siguen leyendo. Eso es menos del 9% de la población.
Y en toda la región caribe, ¿es verdad que El Heraldo ya ni siquiera circula tres mil ejemplares?
No voy a contestarle esa pregunta.
¿Qué hizo usted para frenar esa tendencia de pérdida de lectores?
Yo me hice una primera pregunta cuando acepté ser editor general de El Heraldo: ¿dónde estuvo el periódico todo estos años, mientras los políticos corruptos se llenaban los bolsillos con la plata de los barranquilleros? Esto lo hablé muchas veces con los periodistas, y para mí siempre fue una prioridad: por alguna razón, El Heraldo, lo mismo que La Libertad y los noticieros locales de radio y televisión se callaron verdades, unos por miedo, otros por falta de compromiso con la ciudad y otros porque recibieron dinero de los corruptos a través de ese cartel de compra de conciencias que se llama pauta publicitaria oficial. Yo les propuse a los periodistas de El Heraldo una agenda propia, libre de compromisos con nadie.
¿Es verdad que prohibió asistir a ruedas de prensa?
Las ruedas de prensa son el gran artificio de los comunicadores organizacionales. Y pocas veces son útiles, al menos en Barranquilla, como insumo periodístico. Son oportunas para que los explotados periodistas radiales vendan sus espacios al funcionario de turno y le pidan pauta como quien pide limosna. Yo propuse que El Heraldo solo asistiera a las ruedas de prensa si las informaciones entregadas en ellas se complementaban con reportería propia.
Usted ha dictado talleres de periodismo en Perú, Uruguay, Buenos Aires y hasta en Cuba, y siempre se ha quejado allí, por lo que he leído, de que los periodistas son ahora unos perezosos de tiempo completo. Le oí eso mismo durante el pasado Carnaval de las Artes.
Más que una queja es una profunda convicción. La velocidad de la tecnología, las salas de redacción virtuales, los procesadores de texto, las grabadoras digitales, las cámaras de última generación, el ilimitado mundo de internet terminaron por imponernos la velocidad de la inmovilidad. Cada vez los periodistas quieren caminar menos, fatigarse menos, preguntar menos, investigar menos. Son los días del periodismo regurgitado desde las oficinas de prensa de los despachos oficiales. Hasta hace muy poco, usted podía leer comunicados completos en El Heraldo presentados como periodísticos. Por suerte eso se corrigió. Yo solo concibo el periodismo como un oficio de calle, de esquina, de barrio, de búsqueda fatigosa, libre de compromisos distintos a la verdad. Dirán que soy iluso. Algunos ingenuamente me llegaron a tildar de alzado, una expresión despectiva que denota bravuconería. Yo no soy así.
¿Es verdad que el alcalde Char, en un arranque de ira por un texto de El Heraldo, canceló la suscripción del periódico?
La Barranquilla corrupta de los políticos de siempre está llena de calles que aparecen pavimentadas hasta tres veces en Planeación Distrital, cuando en realidad son trochas intransitables. La gente, ingeniosa, en todo su derecho, ha bautizado algunos de esos huecos que llevan años en sus barrios con los nombres de algunos funcionarios: eso lo descubrimos caminado las calles y un domingo decidimos hacer un listado de los huecos más antiguos, peligrosos y odiados por los barranquilleros. Estaban el Cura Hoyos, el Hoenigsberg, el Caiaffa, el Name y el Alejandro Char, entre otros muchos. Eso, claro, tal cual lo dijo la comunidad, con fotos y direcciones y hasta medidas exactas de los huecos, salió en el periódico. Al parecer el alcalde se molestó mucho, aunque, según él mismo dijo, nunca canceló la suscripción.
¿Pero esa no fue una falta de respeto con la primera autoridad del Distrito?
De ninguna manera. Eso no se lo inventó la periodista que hizo la reportería. Los periódicos no deben falsear la verdad en beneficio de un alcalde o de cualquier otra persona. Algunos creen que apoyar a Barranquilla es mantener una actitud ceremonial con su alcalde, con sus concejales. Y en aras de la buena imagen institucional, muchos proponen callar verdades, disimular tristezas, ocultar hallazgos. El año pasado, una empresa procesadora de pollos contaminó un barrio entero con sus aguas residuales, lo que supuso una delicada emergencia sanitaria que duró varios días. A mí me pareció que, además de denunciar ese hecho, los barranquilleros debían saber que los propietarios de la compañía contaminante eran de la familia del alcalde Alejandro Char.
¿Y hubo malestar de las directivas del periódico por eso?
Mucho. Dijeron que estábamos persiguiendo al alcalde y que de esa manera afectábamos a Barranquilla. Vaya despropósito.
¿Los Char han amenazado al periódico con retirarles su millonaria pauta publicitaria?
Mientras yo estuve como editor, aunque era un temor de las directivas, nunca pasó que cancelaran un aviso como medio de presión. Hasta donde a mí me consta son personas distantes, muy serias. Nunca recibí una llamada de nadie, ni siquiera del alcalde, con quien jamás hablé en un plano personal.
¿Es verdad que usted tiene un mal concepto del alcalde?
Falso. En lo personal me parece un alcalde comprometido, francamente no creo que esté robando, como algunos otros que lo antecedieron en el cargo. Lo que sí creo, y fue algo que intenté que esclareciera El Heraldo, es que una cosa es que Alejandro Char sea el alcalde más popular del país y otra que sea el mejor alcalde del país. Son dos cosas bien distintas. Hasta ahora, la valoración de su trabajo es emotiva, todavía sin más aciertos que su compromiso personal. Casi toda su gestión está por verse.
¿Por qué tanta gente en los medios insiste en que usted es un tipo muy poco tratable?
Quizás lo dicen porque nunca acepto ir a desayunos, a comidas, a reuniones privadas. Yo copié como consigna un postulado de Antanas Mockus cuando fue alcalde de Bogotá, y no me cansé de repetírselo a cada funcionario y colega que nos visitó en la redacción de El Heraldo: “No me proponga en privado lo que no sea capaz de proponerme en público”.
¿Es verdad o ya es parte del mito que incluso se negó a recibir regalos el día del periodista?
Es cierto. Yo publiqué el siguiente aviso en Al Día y lo repetí varias veces antes de la fiesta del periodista: “Agradecemos las muestras de afecto y consideración por nuestro oficio pero les rogamos a las empresas estatales y privadas, a sus empleados y directivos, abstenerse de enviar cualquier tipo de presente a esta redacción por el día del periodista. Su respeto y distancia son nuestro mayor reconocimiento”.
¿Y qué pasó?
(Risas) Que muchos se sintieron ofendidos, funcionarios y periodistas, vea usted. Algunos me ponían mensajes insultándome o me mandaban razones. Nada importante.
Una última pregunta. ¿Cómo ha hecho el director Gustavo Bell Lemus para sobrevivir a las renuncias de tres editores generales en tan poco tiempo sin verse siquiera cuestionado?
Esa pregunta no es para mí sino para las directivas del periódico.
¿En dónde ve El Heraldo a la vuelta de dos años?
Con el actual modelo empresarial seguirá perdiendo circulación y lectores. El Heraldo es patrimonio de la Costa y no debe desaparecer, pero tal y como está ahora, sin un plan gerencial a largo plazo, sin ninguna estrategia de difusión de marca, con una redacción empobrecida y sin recursos, con una página web tan ineficaz, en fin, tal y como va, los días de El Heraldo están contados. Lo mejor que le puede pasar al periódico es que sus actuales propietarios admitan sus limitaciones conceptuales sobre el negocio y lo vendan.
¿Supo de ofertas en concreto de algún inversionista que quiera comprar el periódico?
Esa pregunta tampoco se la puedo contestar.
¿Se marcha molesto de Barranquilla?
De ninguna manera. Yo solo tengo palabras de gratitud y amor por Barranquilla, por su gente, que es buena, alegre y generosa. Aquí dejo amigos entrañables, personas que considero hermanas. Me voy sin amarguras, liviano, tranquilo, en paz.