El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.
(Tomás Eloy Martínez- Escritor y periodista argentino)
Por: Roosevelt Castro B.
¿ Han perdido su parte misional las oficinas de comunicaciones? Mi interrogante surgió a raíz de un requerimiento para indagar acerca del fútbol femenino, especialmente en el Club Atlético Nacional.
Llevo más de cuatro décadas al servicio del periodismo deportivo y me convenzo más de que este oficio ó profesión, es muy útil para la sociedad ávida de estar informada.
En la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, en la que me gradué, como vocación tardía, en el 2003, aprendí que las comunicaciones son esa “puesta en común”, especialmente para que no nos golpeen, para que nos ayuden a formar criterios, para tener una buena toma de decisiones al estar bien informados.
Sí, la comunicación y su familiar cercano el periodismo tienen ese deber ser de saber conjugar los verbos: informar, formar y recrear cómo triada casi que axiológica para su misión.
Periodistas ¿Semidioses?
Con varias de esas premisas, tanto personales como de algunos maestros, logré armar una reflexión que titulé “Los periodistas ¿semidioses de las palabras? y que publique en mi blog personal hace ya más de 15 años.
He aquí algunos de sus apartes. Los mayas tuvieron un dios para las palabras. Lo llamaron Itzamná , quien era el señor de los cielos, de la noche y del día; además fue el primer sacerdote, el inventor de la escritura y de los libros (códices) y por extensión, creador del calendario.
Los griegos y los romanos no tuvieron una deidad como la de esa comunidad prehispánica. Para su desgracia (y, probablemente, la nuestra) tuvieron semidioses: aquellos héroes mitológicos a quienes colocaban entre sus deidades. Les atribuyeron virtudes que giraron entre lo humano y lo divino.
Hoy, en los albores del tercer milenio, vemos, con enorme preocupación, que en las comunicaciones y el periodismo colombiano sigue sacralizando la palabra en manos de una nueva especie, que ahora pulula en las oficinas de comunicaciones. De igual forma, en los pasillos de los estudios de televisión o en las salas de redacción de los periódicos o en las cabinas de radio y son los “periodistas Light”, convirtiéndose de la noche a la mañana en las semidioses de la palabra.
Enviados por muchas de las “reses sacras” o directores de los diferentes “medios”, a quienes les queman toda clase de inciensos, salen a cubrir las noticias del día: la toma guerrillera, la entrevista al político de turno, la frivolidad de las noticias del espectáculo, los goles del fútbol profesional colombiano y muchas más.
Alguna
vez afirmábamos que la soberbia (entendida como indolencia) era uno de los
pecados capitales que rondaba en el periodismo. Ahora lo reafirmamos.
No se
conduele la poca o casi nula creatividad por parte de estos nuevos semidioses
de la palabra. No se salen del esquema. No rompen el paradigma. No innovan. En
resumen: piernas, silicona, maquillaje y mucha frivolidad pero nada de contar
verdaderas historias de vida o de servir de facilitadores en los procesos
comunicativos.
Ya el
Nobel colombiano Gabriel García Márquez había criticado muy duramente a las
instituciones de educación que imparten el conocimiento de esta “región” del
saber, con sus grandes vacíos, limitantes y carencias.
Les
hizo un llamado a la reflexión y al auto análisis para que repensaran en su
" deber ser" (Vale decir: en su componente ético), pues, según él,
les han "apostado" más a la técnica y menos a la comprensión, a la
formación y la interpretación misma de la realidad. Es decir: se ha perdido esa
curiosidad por la vida.
A lo
anterior se le suma las carencias en lo humanístico, lo contextual, lo
sensible: " Se piensa que el único interés de los alumnos es del oficio
como fin en sí, desvinculado de la realidad y de sus problemas vitales y que
prima un afán de protagonismo sobre la necesidad de investigación y de servicio
" , como lo expresa el mismo Nobel colombiano.
Se ha
sacralizado la palabra en manos de unos pocos llamados, ahora, comunicadores
sociales-periodistas, en detrimento de la interdisciplina que posibilite, al
menos, hacer aprehensible la realidad a muchos de los perceptores de sus
mensajes. Han perdido su norte. La soberbia, el orgullo y la vanidad de poseer
los "medios" los han cegado.
Otro
de los pecados capitales, por así decirlo, es la falta de creatividad. Como el
mismísimo Gabo lo indica: " ..mientras no se admita que el sustento vital
del periodismo es la creatividad, y por valoración semejante a la de los
artistas".
Romper
el esquema, quebrar el paradigma, fusionar conceptos que parezcan inverosímiles,
en fin: " salir del cascarón" es la manera más sencilla, y a la vez
complicada, de ser creativos, pero estamos nadando en el mar de la mediocridad,
del facilismo, del " todo está hecho" y " nada hay nuevo bajo el
sol".
La
vocación de servicio, la mística, el re-conocimiento del otro como elemento
importante en su "quehacer diario" no lo tienen claro. " La
deshumanización es galopante" , expresa el escritor de Aracataca (
Magdalena) y más adelante recalca: " ..el periodismo es una pasión
insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación
descarnada con la realidad".
Jairo
León García, exjefe de redacción del periódico El Mundo, al igual que Arturo
Giraldo, ex vicedecano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de
Antioquia, coincidieron con el Nobel colombiano al decir que el periodista
debía " untarse de vida"; Vale decir: ser sensible con lo que le
rodea y no cometer ese pecado capital que tanto le corroe como lo es la
soberbia.
La
creación de un pregrado de periodismo en la Universidad de Antioquia, hace ya
más de dos décadas, dio nuevas luces para que la profesión (u oficio, como lo
calificaría el Nobel de Aracataca- Magdalena) sea una “profesión ilustrada” y
no con las carencias y un cúmulo de problemas estructurales como la
descontextualización, la superficialidad, la espectacularización de la
información, el oficialismo, la falta de rigor y muchos más, como lo indicara
el profesor Carlos Agudelo, en su momento.
El periodismo ¿para servir o para servirse?
En
ese orden de ideas, quiero compartir con ustedes esto que decía el periodista
Luis Alirio Calle, en el seminario "Comunicaciones hacia el 2000",
realizado por Cicrodeportes Antioquia en diciembre de 1994.
En su
ponencia "La desmitificación del periodista", dictada en el marco esa
jornada académica, Luis Alirio tomó como referente al periodista polaco Ryszar
Kapuscinki.
"...
El periodismo es una profesión apasionante, es cierto, pero si sólo la mueve la
emoción está lejos de cumplir su cometido, si a ésta sumamos el conocimiento,
entonces el resultado puede ser realmente importante...", decía el
connotado escritor nacido en Pinks, en lo que hoy es Bielorrusia, el 4 de marzo
de 1932.
"En
medio de guerras y de revoluciones - sigue el polaco- el periodista no puede
quedar a la mitad, porque de manera automática está con alguno de los grupos
involucrados, que están tomando partido, y debe también tomar partido, no puede
ser testigo impasible, debe tener eso que en psicología se llama empatía. Es
decir, tiene que identificarse con unos o con otros. La gente te observa cuando
llegas a un país en conflicto, observan tu actitud, ve si te identificas con
ellos, si compartes sus dolores, sus peligros, si entiendes sus problemas, si
es así, ellos se abren, te tratan de ayudar, de explicar; pero si te ven con
actitud fría, desdeñosa, como a alguien que se aleja de ellos, entonces se
cierran y jamás podrías llegar a entender lo que está pasando allí, no podrías
llegar al fondo. Para poner un ejemplo: Si estás digamos en la capital, pero la
guerra se desarrolla fuera de ella y no hay manera de llegar al frente, nunca
podrías conseguirlo a menos que sea con su ayuda, que es siempre voluntaria.
Aquí no es cuestión de dinero, es simplemente que les gustas o no les gustas, y
les gustan cuando sienten que lo que hacen, por lo que luchan y mueren, es
también importante para ti. Si se te abren pueden sobrevivir sin dinero, sin
nada, llegar a cualquier lugar, entrevistar a cualquier líder. Claro está que
todo esto no fue hecho conscientemente por mí, que dijera: Bueno, voy a
comunicarme con esa gente, a compartir sus dolores para que me lleven al
frente. ¡No, no!, eso debe estar en el
carácter del reportero.
Es
como un proceso natural: empiezan cien por decir un número, y la verdad y la
experiencia los van eliminando. Algunos no se sienten vinculados, apasionados o
comprometidos, o les parece que es una vida muy peligrosa.
Porque
para llegar a la verdad esta tiene que ser en verdad algo más importante que la
vida, y sólo teniendo esta actitud es posible trabajar como periodista en
países agitados y peligrosos".
Hasta
ahí Kapuscinsky. Quiero resaltar de la cita lo que plantea el hombre sobre el
compromiso. Es que un periodista cuyo compromiso es sólo consigo mismo, está
haciendo un negocio.
Unido
a lo anterior está ese afán protagónico y ese síndrome de la chiva que ha
deshumanizado y, a su vez, mitificado a muchos ahora llamados comunicadores
sociales-periodistas
A
ver, yo les digo, que creo, que independientemente de que merezcamos un sueldo
bueno, nosotros tenemos que manejar estos con más criterio de entrega a la
gente que a los poderosos, a la fama, al dinero. La comunicación social,
especialmente la periodística, cada día pesa más sobre la sociedad. Si hay un
manejo de ética, ello le dice a uno que es así. Yo les digo que no aspiro a enriquecerme con el periodismo.
Si llega a sucederme que consiga dinero en virtud de esa profesión, les digo
que eso sucederá sin el sacrificio de mi independencia, de mis ganas de
servirle a la gente, sobre todo a la gente que tiene algo que perder frente a
los factores o instancias de poder.
Y
frente a la fama tengo el siguiente criterio: Gánatela, y que sus efectos
surjan de que la gente te cree, y te busca porque tú ayudas a entender las
cosas, ayudas a saber.
De
igual forma, el escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez señalaba
tiempo después que “El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un
instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate
por una vida más digna y menos injusta”.
Sí,
el periodista y el periodismo tienen ese poder, sobretodo el de servir, para
que no nos dominen con el miedo y el escándalo. Un poder entendido como un
periodismo de servicio y no como un
periodismo de destrucción, o de estragos o de muerte.
Con todo lo anterior quiero significar la gran importancia del periodismo, especialmente deportivo, en toda mi vida, pues, y concluyendo con García Márquez, "...Nadie que no haya nacido para esto y esté dispuesto a morir en eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia... "
Por eso, y en estos tiempos de pandemia y de incertidumbre producto del Covid 19, cobra vigencia lo escrito hace ya varios años ¿o no?