martes, 27 de diciembre de 2022

Winston, un galeno del balón

El Dr. Winston Tobón Ochoa es un hombre de la medicina. Igualmente, es un constructor de país con el balón de futbol. La versión 38 de Festival Babyfutbol Colanta, en la rama masculina, y la 11 de la rama femenina, llevarán su nombre, en un homenaje que le hace la Corporación Los Paisitas de la que es uno de sus fundadores.  Su historia de vida.

Por: Roosevelt Castro B.- Periodista ACORD Antioquia.

En el galeno Winston Tobón Ochoa, la combinación de fútbol y medicina deportiva se convirtieron en dos pasiones.  El hijo de Alfonso, un químico farmacéutico, entendió desde pequeño, que lo suyo era dedicarse a la pelota,  al quirófano y la cura deportiva.

Nacido en Medellín, el 4 de diciembre de 1948, el pequeño niño tuvo que entender que su nombre de pila no era tan común, como sus otros congéneres y amigos del barrio La América, de Medellín, lugar donde transcurrió su infancia y adolescencia.

“Mi padre me puso el nombre de Winston en homenaje al político inglés Winston Churchill. Lo hizo porque a él lo metieron a la cárcel, en un caso de homonimia y no quiso que sus hijos tuvieran nombres comunes”, evocó el médico deportologo de la Universidad de Antioquia.

Las canchas de barrio Cristóbal, La Floresta, Santa Lucia, San Javier, ubicadas al occidente de la capital antioqueña, lo vieron dar rienda suelta a su amor por la pelota, en el puesto de defensa central. “Era torpe, fuerte, temperamental y muy limitado para jugar. Eso me llevó a pertenecer a los equipos del barrio.  Recuerdo a mi primer equipo llamado Millonarios, con Lorenzo (no recuerda su apellido). Luego ingresé a DIM-Vicuña dirigido por Humberto “Turrón” Álvarez y Francisco Hormazábal, siendo compañero de equipo Hugo Gallego y teniendo a rivales como Francisco Maturana, entre otros. Aunque nunca quise ser futbolista”, recuerda este hombre del fútbol y la medicina.

Una decisión crucial lo llevó a optar por sus estudios superiores en la Universidad de Antioquia. “En 1968, opté por mi formación profesional como médico y dejé el fútbol competitivo y lo empecé a hacer de manera recreativa”, rememora el estudiante de los colegios Salazar y Herrera, Calasanz y la Institución Educativa Marco Fidel Suárez.

Esta decisión no lo amilanó.  Con Antonio Roldán Betancur (q.e.p.d), exgobernador de Antioquia, fundaron el comité de deportes de la Facultad de Medicina del Alma Mater. “Allí fungíamos como jugadores, técnicos y unos toderos.  Con Antonio creamos también  el Comité de Deportes y con el equipo logramos varios títulos, teniendo como archirrivales a los de odontología, con quienes jugaban Francisco Maturana”, rememora el graduado de Medicina en 1972.

En el año de su graduación, se casó con Gloria Lucia Carmona. “Ella era prima hermana de un compañero mío de estudios. Nos conocimos y nos casamos en 1972”, comenta el padre de cuatro hijos en el cincuentenario de su enlace matrimonial.

Concordia, para seguir en la senda de la redonda y la medicina

El municipio antioqueño de Concordia, ubicado en la subregión del Suroeste y a 95 kilómetros de Medellín, vio llegar al galeno antioqueño. En la tierra de los escritores y artistas José Antonio “Ñito” Restrepo y de Manuel Salvador “Salvo” Ruiz e igualmente de la política paisa Regina Betancourt de Liska, mas conocida como Regina 11, recaló el médico para hacer su año rural. “Allí llegué en 1972. Las opciones deportivas eran muy escasas y por eso, en compañía de unos amigos, construimos la primera cancha en una explanada que le hicimos a esa agreste montaña. También fundamos el comité de deportes y vimos la necesidad de recuperar físicamente a muchos de lesiones deportivas, con la ortopedia. Esto me animó a realizar una especialización en esta rama de la medicina que comencé en 1975 y que terminé cuatro años después, en la U de A”, comenta con alegría.

Disintiendo de diagnósticos mal formulados de sus colegas e igualmente en muchos desacuerdos con ellos, el medicó Winston Tobón entendió su propósito en su vida profesional: ser un medico al servicio del deporte.

“Yo no entendía como muchos de mis colegas dijeran que, por un desgarro muscular, un futbolista se debía retirar del fútbol. Eso me inquietaba mucho”, comenta con un dejo de nostalgia el medico deportologo al servicio de Indeportes Antioquia en su momento.

Pero es un gran reto profesional el que asume Tobón Ochoa para refrendar que lo suyo era la medicina deportiva. “Un día me trajeron a Gustavo López, jugador en ese entonces del Atlético Nacional.  Yo trababa en Indeportes Antioquia, al que me había llevado mi gran amigo Hernán Darío Salazar.  A Gustavo lo evalué y luego lo operé, con la convicción de reintegrarlo a la sociedad sin impedimentos físicos. Me sorprendió tanto su recuperación, que no solo volvió a su vida ordinaria, sino que se incorporó a la plantilla profesional del Deportivo Pereira, con la que jugó muchos partidos”, recuerda el médico deportologo quien hizo parte del equipo interdisciplinario de Antioquia que obtuvo los Juegos Nacionales en Neiva 89 y que los refrendó en Villavicencio cuatro años después.

Dirigente y médico: Vidas paralelas

Simultáneamente a su vida como profesional en la medicina fungía como dirigente. Era el año de 1978, cuando el galeno paisa fue invitado a hacer parte del Comité Ejecutivo de la Liga Antioqueña de Fútbol. “El Dr. Antonio Mesa Escobar me extendió la invitación para hacer parte del grupo de dignatarios de la Liga para el periodo de 1978 a 1982. No lo pensé mucho y acepté.  Fueron años de muchos aprendizajes, pero también de muchas desavenencias con Arturo Bustamante. Yo le proponía unas ideas revolucionarias, pero él no las tenía en cuenta”, rememora el galeno y esposo amoroso de Gloria Lucia Carmona.

Ya tenia un nombre de respeto en estos menesteres de la medicina deportiva y por ello no se le dificultó llegar al profesionalismo.  Atlético Nacional le brindó la posibilidad de ejercer su profesión, gracias a la recomendación de su colega Hernán Dario Salazar y a la amistad con Francisco Maturana, a quien había operado exitosamente de ligamentos, en el año de 1981.

“Con Pacho teníamos una rivalidad sana, desde nuestros enfrentamientos en la Facultad de Medicina en la Universidad de Antioquia. Yo jugaba con los que estudiábamos medicina y él lo hacía con los odontólogos. Un día llegó a mi consultorio cuando jugaba con el Bucaramanga. Traía una lesión de ligamentos y me dijo que lo operara. Al principio me dio un poco de temor, pero él lo disipó con una confianza absoluta en mis conocimientos. Así lo hicimos y a los tres meses ya estaba jugando”, comenta con nostalgia uno de los socios fundadores de la Corporación Los Paisitas, en junio de 1984.

Fue el inicio de una gran racha de éxitos quirúrgicos del galeno paisa.  La seguidilla del paso por el bisturí de Tobón continuó con la de Hernán Dario Herrera. El buen volante de Nacional volvió a jugar de una lesión de ligamentos en ambas rodillas. “Eso fue en 1983, cuando, a pesar del profesor Luis Cubillas, se determinó operar a Herrera y gracias a Dios salió exitosa, como otras con muchos deportistas del Antioquia”, expresa el padre de cuatro hijo y médico mundialista de la selección Colombia Juvenil en Paraguay 1985.

Seis años después del paso por el bisturí del talentoso caldeño, otro gran reto médico tiene Winston Tobón: Luis Fernando “El Chonto” Herrera sufre la ruptura del tendón rotuliano.  El lateral verdolaga no lo podía creer. Pensó que su vida deportiva llegaría a su fin. El caso se tornó delicado, pues era una cirugía que no se había realizado a ningún futbolista. Las manos milagrosas de Tobón Ochoa hicieron lo que muchos creían imposible.  “Utilicé un tendón sintético y el jugador está bien”, diagnosticó en su momento el galeno antioqueño.

Rueda el balón de los sueños infantiles

En ese mismo año de la operación de “El Arriero” Herrera, contribuye la reestructuración de las divisiones inferiores del Club Atlético Nacional: fue el puntapié inicial a creación del Torneo Babyfutbol.

“En 1983 realizamos el lanzamiento en la Casa Linares de las Divisiones Menores del Atlético Nacional, con la anuencia del profesor Luis Cubillas.   Estaba de dirigente de estas Divisiones Gilberto Molina y a un hijo de él lo disfrazamos de paisita, como emblema de los equipos. Lastimosamente Cubillas no estuvo mucho tiempo con nosotros, por ello un año después, y cuando asistíamos a los diferentes partidos que se programaban en la cancha Marte nos reunimos con un grupo de amigos entre los que se contaban Antonio Franco, Julio César Acosta, Julio Vélez, entre otros. Veíamos, con preocupación, que los niños no tenían un buen escenario deportivo y nos surgió la idea de que hiciéramos un Torneo y quisimos rescatar el Babyfutbol que realizaba el periodista Guillermo Hinestroza Isaza, pionero con este gran aporte. Inicialmente lo queríamos hacer en el Coliseo, como él lo hacía, pero optamos por hacer con cancha de grama y con 11 jugadores”, recuerda el médico de las selecciones Colombia Mayores desde 1987 hasta el 2002.

Así le dan el puntapié inicial a la Corporación Babyfutbol Los Paisitas, con una fecha de fundación del 14 de junio de 1984 y organizando el primer Torneo en el mes de enero de 1985.

La grama de lanzamientos del Estadio de Atletismo Alfonso Galvis Duque, de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, fue testigo mudo de los primeros goles y gambetas infantiles de 16 equipos invitados. Al final, el campeón fue el equipo La Floresta orientado por Francisco Maturana García quien venció a su vecino de Santa Lucia por lanzamientos desde el punto penal, luego del empate a cero goles en el tiempo reglamentario y bajo la dirección arbitral de Armando Pérez Hoyos.

Figuras como el volante Óscar “El Chico” Restrepo, del barrio El salvador”; el delantero Jaime Ospina, de San Javier y los laterales Martín Vélez y César Tabares; fueron los primeros en escribir el ABC de la historia deportiva hacia el balompié rentado del país.

De eso han transcurrido 38 años y los nombres aumentaron. Nombres como los arqueros Daniel Vélez (q.e.p.d), Jaime Brand Gómez, David González y David Ospina; los defensores Miller Duran, Rafael Vásquez, Amaranto Perea, Francisco “Mi Yuca” Mosquera, Roberto Carlos Cortés, Jamell Ramos, Vladimir Marín,  José Julián de La Cuesta, César Fawcett, Lewis Ochoa,  Camilo Zúñiga y Camilo Ceballos; los volantes Juan Carlos Ramírez,  John Wilson Raigosa,  Juan Guillermo Villa (q.e.p.d), Gerardo Bedoya, James Rodríguez, Juan Fernando Leal, Camilo Giraldo, Mauricio “Mao” Molina, Alexander “El Conejo” Jaramillo,  Jhonatan Estrada, Héctor Alejandro Vasco, Jhonny Ramírez, Jaime Castrillón, Giovanny Moreno, Sebastián Hernández, Juan Esteban Ortiz, Jairo Palomino  y los delanteros Alexander Padilla, Wilmar Moreno, Diego Serna Lopera, Eudalio Arriaga,   Luis Gabriel Rey,  Néstor “La Piña” Álvarez, Dayro Moreno,  Víctor Hugo Montaño, Radamel Falcao García,  entre otros, han pisado los gramados del balompié colombiano y especialmente de la Cancha Marte 1, mostrando su talento para el recambio de la redonda colombiana.

Mini olimpiadas para el recambio deportivo

 Pero no solo es el fútbol masculino, también otras disciplinas deportivas han ayudado al recambio y la reserva deportiva del país.

El fútbol femenino es otra de las disciplinas deportivas que le ha dado ese giro copernicano al musculo colombiano.

Figuras como Linda Caycedo, Ana María Guzmán, Gabriel “Gaby” Rodríguez, Karla Daniela Viancha, Oriana Quintero, entre otras, han mostrado sus bondades con la pelota en las canchas del Festival Bayfutbol de la rama femenina.

Ahora, y en 19 disciplinas deportivas, tres de ellas incorporadas en la versión 11 del Festival de Festivales, y en 18 escenarios, la Corporación Deportiva Los Paisitas sigue contribuyendo a ese “Deporte con sentido social”, como lo expresan en su lema institucional.

Con cerca de 6.500 niños y niñas deportistas del futbol, el baloncesto, el ciclismo, el voleibol, el beisbol, el ajedrez, el atletismo, el bicicross, el fútbol de salón, el judo, la natación, el patinaje, el porrismo, el tenis de mesa, el tenis de campo, y ahora los bolos, el taekwondo y el tiro con arco, la reserva deportiva colombiana está asegurada y la fiesta deportiva se vivirá en Medellín a principios del año entrante.

Todo ello, con el aporte de Winston Tobón Ochoa y su mirada complaciente.

Así, este legado de Tobón Ochoa será reconocido con sus amigos y socios de la Corporación que él ayudó a fundar llamando al Festival Bayfutbol con su nombre, en su versión 38. ¡Gran honor!

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Ver perfil de Winston Tobón en HISTORIAS A LA REDONDA

https://www.youtube.com/watch?v=j0OzKsJZDvc




 



 

 




 

lunes, 14 de noviembre de 2022

¿Para qué la historia?

 Por: Guillermo Zuluaga Ceballos- C.S.-Periodista e Historiador *

Hace unos meses en una investigación que realizo sobre la cooperativa de municipalidades de Antioquia,  una entidad que ya muchos quizá ni recuerdan y  que fue tan importante para el desarrollo del departamento y que a lo mejor  sea la mamá de este Instituto en el cual ahora estamos congregados, le pregunté a uno de sus gerentes,  cuál era su mayor satisfacción al frente de aquella cooperativa.  Y  el hombre que sabe de sistemas,  que sabe de gerencia y que tenía tanto para contar sobre grandes ejecuciones, se le iluminaron los ojos cuando empezó a narrar sobre un momento en el cual su jefe,  el gobernador de Antioquia,  le puso la tarea de llevar energía eléctrica al municipio de Vigía del Fuerte.

Néstor Díaz Montoya me recordaba cuando Álvaro Villegas Moreno lo llamó a decirle:  Yo a ese pueblo no lo puedo dejar sin energía eléctrica esta Navidad.  Era el 20 o el 21 de diciembre y él reunió  a su mejor gente y se inventaron el repuesto  para la planta eléctrica y tuvieron que llevarlo en helicóptero y luego en balsa por el rio.  Al Doctor Néstor que podía estarme hablando de hospitales construidos o de palacios municipales por inaugurar,  le brillaban tanto los ojos al hablar,  que también yo  alcancé a imaginarme la mirada chispeante de algún niño de esta comunidad marginal del departamento,  que  a lo mejor sentía que el Estado  los tenía en cuenta y que al menos,  a pesar de sus tristezas, de sus sueños aplazados,  esa Navidad no la pasarían a oscuras.

De pequeñas grandes anécdotas  como esta,   está cargada la historia de nuestro departamento.  Y me disculpan que no venga a hablarles de HI, o del Metro de Medellín o de nuestro querido Hospital SV de Paul, justo hoy cuando promovemos una nueva convocatoria del Premio a la investigación histórica del departamento y tengo la fortuna de estar acá y de preguntarme,  de preguntarles a todos ustedes y me disculpan el atrevimiento,  si tiene sentido la historia y la respuesta es sí.  Y podría traer frases muy conocidas como aquellas de que  Quién no conoce su historia está condenado a repetirla;  o también otra que dice que la historia es importante porque el pasado puede iluminar nuestro futuro.  Sería  fácil caer en ese lugar común, en esa frase hecha para salir de apuros,  pero también ahora se me ocurre una y quiero recordarla: Y es que en estos tiempos de inmediateces, donde todo es superficial y desechable y tiene fecha de vencimiento,  las ciencias humanas Y en especial la historia son importantes porque son las que le dan sentido y significado a nuestras existencias. Yo pienso en ese momento en que le ayudé a evocar a aquel gerente esa pequeña gran gesta de  llevar energía, luz simbólicamente hablando,  a esos habitantes de Vigía; es más, gracias a mi oficio, pienso en la sonrisa de algún niño,  en  algún recodo del tiempo, y me alegro,  y sí eso me alegra, entonces pienso que tiene sentido nuestro oficio. Dejar plasmado en unas palabras que también son imágenes, ese momento, quizá sea tan trascendente o más, que una enciclopedia sobre alguna  de nuestras tantas guerras.    

Pienso en la historia y se me ocurre que esta es como ese viejo árbol que se está al lado del camino y del cual,  aunque a veces no le queremos dar su verdadera importancia, en los momentos de calor, vamos hasta él,  nos arropamos en su sombra y esta nos da el aliciente, el valor,  para querer levantarnos de nuevo y volver a comenzar el camino. “Ajá, Manuel, cuando has visto al abuelo de mal genio cuando él está debajo de un árbol”, le preguntó con tanta sapiencia la abuela al niño Santiago Manuel Martínez, hoy diputado de Antioquia.  Tenía razón aquella vieja. La  historia es como ese árbol, ese bálsamo en una tarde de estío,  o también como ese árbol ya hecho  tronco que,  a veces náufragos de estos tiempos,  nos aferramos para intentar sobreaguar y llegar a una playa y volver a comenzar nuestra vida.

A veces el pasado nos salva. Ahora,  menciono ese momento difícil,  ese en el que tenemos que buscar ese árbol,  ese  contexto de crisis como los que vivimos actualmente y quiero recordar mis clases en la Universidad Nacional cuando nos decían que las crisis no había que mirarlas como algo negativo,  que las crisis, desde la Historia había que mirarlas como puntos de quiebre,  como puntos de inflexión que nos llevan a pensar en nuevos caminos.

Digamos que esta sociedad también vive su crisis. Y la Historia en tanto ciencia social, también la vive.  Y  ya entonces esa Historia Patria,  esa historia que ayudó a consolidar nuestras ideas de Nación están un poco en crisis y habría que replantear ciertas creencias, ciertos dogmas.  Y como al  Gerente Julián Vásquez le gusta apostar duro, cómo nos podría servir el lanzamiento de este nuevo Premio para que también desde acá pensemos en replantear un poco y no seguir contando esa historia patria,  esa historia de una Antioquia grande,  de una Antioquia construida en torno a próceres y arzobispos –que fueron valiosos claro- pero ahora pensarla también desde abajo. Por ejemplo,  No desde el Gerente que lleva la energía, sino desde la mirada iluminada del niño que la recibe.

Se me ocurre,  solo como una forma de incitación, que la historia del departamento podría tener nuevas miradas: un amigo historiador, estos días me decía:  nos han contado la historia de los arrieros pero desde un punto de vista épico,  romántico.  Pero por qué no miramos –reflexionaba él-  también  a los arrieros como  empresarios:  O  cómo podríamos catalogar en estos tiempos  a alguien que invierte un capital para hacerse a doscientas mulas? Si no son empresarios cómo podríamos calificar a un hombre que tiene que estar al frente de ocho o diez peones que lo acompañen, para llevar una carga de un municipio a otro; acaso esos animales no necesitan una manutención; no hay que medirles las energías:  acaso sus animales no necesitan comida? o sea,  pensar en lo que significa desplazarse por semanas o por meses eso necesita un ejercicio de planificación,  lo que podríamos llamar ahora un ejercicio de gerencia.

La Historia patria construyó mitos fundacionales; el reto de lo que los teóricos llaman la Nueva Historia es deconstruirlos; cuestionarlos. Ya no importan ciertos ritos, ciertas dignidades. Tampoco importan grandes relatos. Entonces, con el respeto de muchos historiadores  habrá que seguir rompiendo paradigmas, habría que replantear; hacerle preguntas a nuestra historia. Se me ocurre también  hablar de ciertas frases que van pegándose  de nuestra idiosincrasia. El lenguaje moldea.  Por qué  cuando los paisas nos encontramos con alguien después de mucho  sin verlos y  le preguntamos:

 Y qué,  Cómo va el trabajo;  cómo va el voleo.

Acaso el trabajo, o el “coja destino”, como decían las abuelas es tan importante. Nuestro “destino” solo es el trabajo? Cierta pandemia de no hace mucho nos hizo frenar en seco,  y de pronto comprendimos que la salud, o la familia, sí que valían.

“El país va mal pero la economía va bien”, dijo alguna vez un dirigente gremial antioqueño. La frase tiene más de 60 años y en tantos eventos se repite con sorna; y no se ha mirado en tanto la carga de cinismo y de desconexión con la realidad que conlleva. Por fortuna, también hay que decirlo,  hace un tiempo a cierta dirigencia ha  empezado a importarle acercar la macroeconomía a la tiendita del barrio, al pasaje del bus…y han aparecido entonces en el argot palabras como equidad, unidad, Vida…

Hace unos días un amigo que está acá presente me hablaba del “bogocentrismo”. Esa mirada desde Bogotá con cierto privilegio y cierta mirada, dónde los provincianos como nos llaman parece que no encajáramos….  pero también sería muy interesante pensar en si acaso no existe o no hemos legitimado también a lo largo de nuestra historia El Medelli-centrismo.  o por qué todo lo bueno lo pensamos en torno a Medellín:   de dónde llegaron a Medellín  personas como Luis Eduardo Yepes,  de dónde vino Ricardo Olano, de dónde vinieron los Toro, los Urrea…. Sería  interesante mirar el caso  esas  ciertas élites pueblerinas que salieron del pueblo, un contexto urbano,  a otro pueblo más grande, Medellín. y ellos, que también leían algo, escuchaban, vinieron  con su idea de comercio,  de salir adelante fueron haciendo  grande este pueblito que devino en ciudad,  y ese sería un reto interesante que tendríamos para pensar o para repensar nuestro ejercicio como historiadores. No seguir mirando despectivamente a esos “montañeros” que llegaron de pueblos sino como los hacedores de progreso.  Ahora si lo llevamos a nuestro arte:  Cano,  y Pedro Nel,  y Arenas Betancur no nacieron precisamente en el parque de Berrío.

Como persona que disfruta haciendo preguntas, felicito a los ganadores de recientes convocatorias del Premio y a quienes ahora participarán. Gracias porque si bien seguro también ellos, aquí en esta Antioquia la grande y la pujante,  oyeron que les decían: No estudie Historia que eso no da plata, aquí siguen y seguimos apostándole a esta utopía de encontrarnos en torno a la palabra.   Agradezco, en nombre de tantos otros,    al IDEA porque a pesar de todos los temas tan grandes por resolver – MÁS  O MENOS DEL TAMAÑO DE LA PRESA DE HI- sigue apostándole a la historia.  Y en sus 58, abre estos espacios. Así que    en esta nueva edición del premio quiero felicitar a Ramón,  a Mauricio y a todos los amigos que están al frente de la Oficina de Comunicaciones que lidera Raquel Rodríguez, y claro, a la cabeza de Julián Vásquez;  por pensar  que el IDEA, fieles a su historia,  que esto no es solo un ejercicio de rentabilidad, de desarrollo,  sino que también le apuesta a estos proyectos que le dan sentido a nuestra vida y que lo  he llamado en otros espacios:  las ganancias espirituales.

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* Discurso en la presentación de los Premios IDEA a la Investigación Histórica de Antioquia.