viernes, 24 de julio de 2020

Comunicaciones y periodismo: ¿soberbia, vanidad o servicio?


El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.
(Tomás Eloy Martínez- Escritor y periodista argentino)



Por: Roosevelt Castro B.
¿ Han perdido su parte misional las oficinas de comunicaciones? Mi interrogante surgió a raíz de un requerimiento para indagar acerca del fútbol femenino, especialmente en el Club Atlético Nacional.
Llevo más de cuatro décadas al servicio del periodismo deportivo y me convenzo más de que este oficio ó profesión, es muy útil para la sociedad ávida de estar informada.
En la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, en la que me gradué, como vocación tardía, en el 2003, aprendí que las comunicaciones son esa “puesta en común”, especialmente para que no nos golpeen, para que nos ayuden a formar criterios, para tener una buena toma de decisiones al estar bien informados.
Sí, la comunicación y su familiar cercano el periodismo tienen ese deber ser de saber conjugar los verbos: informar, formar y recrear cómo triada casi que axiológica para su misión.

Periodistas ¿Semidioses?
Con varias de esas premisas, tanto personales como de algunos maestros, logré armar una reflexión que titulé “Los periodistas ¿semidioses de las palabras? y que publique en mi blog personal hace ya más de 15 años.
He aquí algunos de sus apartes. Los mayas tuvieron un dios para las palabras. Lo llamaron Itzamná , quien era el señor de los cielos, de la noche y del día; además fue el primer sacerdote, el inventor de la escritura y de los libros (códices) y por extensión, creador del calendario.
Los griegos y los romanos no tuvieron una deidad como la de esa comunidad prehispánica. Para su desgracia (y, probablemente, la nuestra) tuvieron semidioses: aquellos héroes mitológicos a quienes colocaban entre sus deidades. Les atribuyeron virtudes que giraron entre lo humano y lo divino.
Hoy, en los albores del tercer milenio, vemos, con enorme preocupación, que en las comunicaciones y el periodismo colombiano sigue sacralizando la palabra en manos de una nueva especie, que ahora pulula en las oficinas de comunicaciones. De igual forma,   en los pasillos de los estudios de televisión o en las salas de redacción de los periódicos o en las cabinas de radio y son los “periodistas Light”, convirtiéndose de la noche a la mañana en las semidioses de la palabra.
Enviados por muchas de las “reses sacras” o directores de los diferentes “medios”, a quienes les queman toda clase de inciensos, salen a cubrir las noticias del día: la toma guerrillera, la entrevista al político de turno, la frivolidad de las noticias del espectáculo, los goles del fútbol profesional colombiano y muchas más.
Alguna vez afirmábamos que la soberbia (entendida como indolencia) era uno de los pecados capitales que rondaba en el periodismo. Ahora lo reafirmamos.
No se conduele la poca o casi nula creatividad por parte de estos nuevos semidioses de la palabra. No se salen del esquema. No rompen el paradigma. No innovan. En resumen: piernas, silicona, maquillaje y mucha frivolidad pero nada de contar verdaderas historias de vida o de servir de facilitadores en los procesos comunicativos.
Ya el Nobel colombiano Gabriel García Márquez había criticado muy duramente a las instituciones de educación que imparten el conocimiento de esta “región” del saber, con sus grandes vacíos, limitantes y carencias.
Les hizo un llamado a la reflexión y al auto análisis para que repensaran en su " deber ser" (Vale decir: en su componente ético), pues, según él, les han "apostado" más a la técnica y menos a la comprensión, a la formación y la interpretación misma de la realidad. Es decir: se ha perdido esa curiosidad por la vida.
A lo anterior se le suma las carencias en lo humanístico, lo contextual, lo sensible: " Se piensa que el único interés de los alumnos es del oficio como fin en sí, desvinculado de la realidad y de sus problemas vitales y que prima un afán de protagonismo sobre la necesidad de investigación y de servicio " , como lo expresa el mismo Nobel colombiano.
Se ha sacralizado la palabra en manos de unos pocos llamados, ahora, comunicadores sociales-periodistas, en detrimento de la interdisciplina que posibilite, al menos, hacer aprehensible la realidad a muchos de los perceptores de sus mensajes. Han perdido su norte. La soberbia, el orgullo y la vanidad de poseer los "medios" los han cegado.
Otro de los pecados capitales, por así decirlo, es la falta de creatividad. Como el mismísimo Gabo lo indica: " ..mientras no se admita que el sustento vital del periodismo es la creatividad, y por valoración semejante a la de los artistas".
Romper el esquema, quebrar el paradigma, fusionar conceptos que parezcan inverosímiles, en fin: " salir del cascarón" es la manera más sencilla, y a la vez complicada, de ser creativos, pero estamos nadando en el mar de la mediocridad, del facilismo, del " todo está hecho" y " nada hay nuevo bajo el sol".
La vocación de servicio, la mística, el re-conocimiento del otro como elemento importante en su "quehacer diario" no lo tienen claro. " La deshumanización es galopante" , expresa el escritor de Aracataca ( Magdalena) y más adelante recalca: " ..el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad".
Jairo León García, exjefe de redacción del periódico El Mundo, al igual que Arturo Giraldo, ex vicedecano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, coincidieron con el Nobel colombiano al decir que el periodista debía " untarse de vida"; Vale decir: ser sensible con lo que le rodea y no cometer ese pecado capital que tanto le corroe como lo es la soberbia.
La creación de un pregrado de periodismo en la Universidad de Antioquia, hace ya más de dos décadas, dio nuevas luces para que la profesión (u oficio, como lo calificaría el Nobel de Aracataca- Magdalena) sea una “profesión ilustrada” y no con las carencias y un cúmulo de problemas estructurales como la descontextualización, la superficialidad, la espectacularización de la información, el oficialismo, la falta de rigor y muchos más, como lo indicara el profesor Carlos Agudelo, en su momento.

El periodismo ¿para servir o para servirse?
En ese orden de ideas, quiero compartir con ustedes esto que decía el periodista Luis Alirio Calle, en el seminario "Comunicaciones hacia el 2000", realizado por Cicrodeportes Antioquia en diciembre de 1994.
En su ponencia "La desmitificación del periodista", dictada en el marco esa jornada académica, Luis Alirio tomó como referente al periodista polaco Ryszar Kapuscinki.
"... El periodismo es una profesión apasionante, es cierto, pero si sólo la mueve la emoción está lejos de cumplir su cometido, si a ésta sumamos el conocimiento, entonces el resultado puede ser realmente importante...", decía el connotado escritor nacido en Pinks, en lo que hoy es Bielorrusia, el 4 de marzo de 1932.
"En medio de guerras y de revoluciones - sigue el polaco- el periodista no puede quedar a la mitad, porque de manera automática está con alguno de los grupos involucrados, que están tomando partido, y debe también tomar partido, no puede ser testigo impasible, debe tener eso que en psicología se llama empatía. Es decir, tiene que identificarse con unos o con otros. La gente te observa cuando llegas a un país en conflicto, observan tu actitud, ve si te identificas con ellos, si compartes sus dolores, sus peligros, si entiendes sus problemas, si es así, ellos se abren, te tratan de ayudar, de explicar; pero si te ven con actitud fría, desdeñosa, como a alguien que se aleja de ellos, entonces se cierran y jamás podrías llegar a entender lo que está pasando allí, no podrías llegar al fondo. Para poner un ejemplo: Si estás digamos en la capital, pero la guerra se desarrolla fuera de ella y no hay manera de llegar al frente, nunca podrías conseguirlo a menos que sea con su ayuda, que es siempre voluntaria. Aquí no es cuestión de dinero, es simplemente que les gustas o no les gustas, y les gustan cuando sienten que lo que hacen, por lo que luchan y mueren, es también importante para ti. Si se te abren pueden sobrevivir sin dinero, sin nada, llegar a cualquier lugar, entrevistar a cualquier líder. Claro está que todo esto no fue hecho conscientemente por mí, que dijera: Bueno, voy a comunicarme con esa gente, a compartir sus dolores para que me lleven al frente. ¡No, no!,  eso debe estar en el carácter del reportero.
Es como un proceso natural: empiezan cien por decir un número, y la verdad y la experiencia los van eliminando. Algunos no se sienten vinculados, apasionados o comprometidos, o les parece que es una vida muy peligrosa.
Porque para llegar a la verdad esta tiene que ser en verdad algo más importante que la vida, y sólo teniendo esta actitud es posible trabajar como periodista en países agitados y peligrosos".
Hasta ahí Kapuscinsky. Quiero resaltar de la cita lo que plantea el hombre sobre el compromiso. Es que un periodista cuyo compromiso es sólo consigo mismo, está haciendo un negocio.
Unido a lo anterior está ese afán protagónico y ese síndrome de la chiva que ha deshumanizado y, a su vez, mitificado a muchos ahora llamados comunicadores sociales-periodistas
A ver, yo les digo, que creo, que independientemente de que merezcamos un sueldo bueno, nosotros tenemos que manejar estos con más criterio de entrega a la gente que a los poderosos, a la fama, al dinero. La comunicación social, especialmente la periodística, cada día pesa más sobre la sociedad. Si hay un manejo de ética, ello le dice a uno que es así. Yo les digo que  no aspiro a enriquecerme con el periodismo. Si llega a sucederme que consiga dinero en virtud de esa profesión, les digo que eso sucederá sin el sacrificio de mi independencia, de mis ganas de servirle a la gente, sobre todo a la gente que tiene algo que perder frente a los factores o instancias de poder.
Y frente a la fama tengo el siguiente criterio: Gánatela, y que sus efectos surjan de que la gente te cree, y te busca porque tú ayudas a entender las cosas, ayudas a saber.
De igual forma, el escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez señalaba tiempo después que “El periodismo no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar, para crear, para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida más digna y menos injusta”.
Sí, el periodista y el periodismo tienen ese poder, sobretodo el de servir, para que no nos dominen con el miedo y el escándalo. Un poder entendido como un periodismo de servicio  y no como un periodismo de destrucción, o de estragos o de muerte.
Con todo lo anterior quiero significar la gran importancia del periodismo, especialmente deportivo, en toda mi vida, pues, y concluyendo con García Márquez, "...Nadie que no haya nacido para esto y esté dispuesto a morir en eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia... "
Por eso, y en estos tiempos de pandemia y de incertidumbre producto del Covid 19, cobra vigencia lo escrito hace ya varios años ¿o no?


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