sábado, 21 de abril de 2007

Reflexión 6: Ese opio llamado periodismo y los mercenarios de la palabra



El periodismo no es un circo para exhibirse,
sino un instrumento para pensar, para crear,
para ayudar al hombre en su eterno combate por una vida
más digna y menos injusta”

(Tomás Eloy Martínez)

Por: Roosevelt castro B.

Como el mejor oficio del mundo fue llamado el periodismo por Gabriel García Márquez. El escritor francés de origen argelino, Albert Camus, también la llamó “la profesión más linda del mundo”. Superman es el paradigma del que lucha por justicia y se disfraza de periodista (¿o será al contrario?), para significar lo que sucede con esta profesión liberal.

Ellos son algunas excepciones a la regla de esta profesión u oficio. No quiero generalizar pero hay muchos que han caído en ese vacío de la mediocridad y, en lagunos caos, de la soberbia.

Todos y cada uno de esos personajes han deidificado o mejor sacralizado la palabra. Son los periodistas. Son los detentores del poder de la palabra, una palabra que avala lo que un conglomerado humano quiere decir o consumir. Una palabra más que de esperanza, de perdón, de tolerancia, de servicio está “impregnada” de desaliento, de injusticia, de desamor.

Alguna vez le escuché al periodista y abogado Jorge Alberto Velásquez decir que el modelo informativo hacía crisis. Lo que probablemente quería plantear el hombre era que el periodismo con rostros desfigurados, con lágrimas, con llantos, con tomas guerrilleras, con secuestros, con el dolor ajeno ya no tenía cabida en una sociedad sedienta de nuevas alternativas, de nuevos modelos, de nuevas maneras de expresar su realidad.

Es que ese modelo informativo se parece mucho a lo que el sociólogo alemán Karl Marx llamó, para la religión, “el opio del pueblo”. Sí, ese modelo ha logrado crear muchas cortinas de humo que benefician a unos pocos y perjudican, o mejor dicho, no ayudan a que cumplan esa misión de servir, en otros.

Un servicio más allá de la soberbia del periodista. Un servicio entendido como la formación de criterios y no como ese poder adormecedor y creador de estereotipos o paradigmas ficticios que, con la ligereza mediática, hacen disfrazar una realidad más compleja y , a veces, hasta incomprensible para el mismo “mercenario de la palabra”.

Y cuando digo mercenario lo hago con la convicción de que el periodista vende cada letra, cada sílaba, cada palabra, cada frase, cada párrafo y cada articulo periodístico por un plato de lentejas, aquellas que se sirven en los cócteles, aquellas de las boletas para tal o cual espectáculo, aquellas de las viandas de las pautas publicitarias.

Es un periodismo mercenario que asquea, que repugna. Un periodismo servilista. Una profesión u oficio que merece tener mejores alternativas para sus públicos, como su razón de ser.

Los 4 de agosto los estamos viendo como devoran los bocados de los pasabocas y brindan en los cócteles celebrando su día, desconociendo su propia realidad, o mejor, su propia historia.

A lo anterior se le suma, entonces, ese pecado capital: La soberbia. Muchos de los estudiantes que se matriculan en las facultades de comunicación social y periodismo de las diferentes universidades del país padecen este mal.

El Nobel colombiano, Gabriel García Márquez, criticó muy duramente a las instituciones de educación superior que imparten el conocimiento de esta "región" del saber. Les hizo un llamado a la reflexión y al auto análisis para que repensaran en su " deber ser" (Vale decir: en su componente ético), pues, según él, les han "apostado" más a la técnica y menos a la comprensión, a la formación y la interpretación misma de la realidad. Es decir: se ha perdido esa curiosidad por la vida.

Además, las carencias en lo humanístico, lo contextual, lo sensible: " Se piensa que el único interés de los alumnos es del oficio como fin en sí, desvinculado de la realidad y de sus problemas vitales y que prima un afán de protagonismo sobre la necesidad de investigación y de servicio " , como lo expresa el mismo Nobel colombiano.

Se ha sacralizado la palabra en manos de unos pocos llamados, ahora, comunicadores sociales-periodistas, en detrimento de la interdisciplina que posibilite, al menos, hacer aprehensible la realidad a muchos de los perceptores de sus mensajes. Han perdido su norte. La soberbia, el orgullo y la vanidad de poseer los "medios" los han cegado.

Otro de los pecados capitales, por así decirlo, es la falta de creatividad. Como el mismísimo Gabo lo indica: " ..mientras no se admita que el sustento vital del periodismo es la creatividad, y por valoración semejante a la de los artistas".

Romper el esquema, quebrar el paradigma, fusionar conceptos que parezcan inverosímiles, en fin: " salir del cascarón" es la manera más sencilla, y a la vez complicada, de ser creativos, pero estamos nadando en el mar de la mediocridad, del facilismo, del " todo está hecho" y " nada hay nuevo bajo el sol".

La vocación de servicio, la mística, el re-conocimiento del otro como elemento importante en su "quehacer diario" no lo tienen claro. " La deshumanización es galopante" , expresa el escritor de Aracataca ( Magdalena) y más adelante recalca: " ..el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad".

Jairo León García, Jefe de redacción del periódico El Mundo, al igual que Arturo Giraldo, ex vicedecano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, coincidieron con el Nobel colombiano al decir que el periodista debía " untarse de vida"; Vale decir: ser sensible con lo que le rodea y no cometer ese pecado capital que tanto le corroe como lo es la soberbia.

Hoy como graduado de Comunicador social y Periodista en la Universidad de Antioquia he cumplido parte de mi sueño: estudiar periodismo. Desde que estaba en el bachillerato del Liceo Nacional " Marco Fidel Suárez", de Medellín, quería hacerlo. De hecho allí realicé mis "primeros pinitos " como periodista cuando fundé el periódico que llamé: " El Ideal Juvenil". Luego la radio deportiva en diferentes frecuencias del dial “paisa”. Más adelante, la televisión alternativa a través del cable.

Con todo lo anterior quiero significar la gran importancia del periodismo en toda mi vida, pues, y concluyendo con García Márquez, “...Nadie que no haya nacido para esto y esté dispuesto a morir en eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia... "

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